Traducción de Estefanía Saavedra y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.

Este debate acerca de La puerta de marfil se publicó por primera vez en la revista de Estudios ingleses, Vol. 95, Nº 8 (Diciembre 2014): 890-906, en un artículo titulado “La vida en La puerta de marfil y La caja de alabastro de Walter Besant”. La versión de la Victorian Web aparece gracias al cortés permiso de los editores, Taylor y Francis. El usuario puede utilizar, sin previo permiso, las imágenes aquí añadidas a esta versión siempre que sea con fines educativo y que se (1) acredite la fuente, (2) se ponga un enlace a esta URL o se cite en un documento impreso. Para agrandar las imágenes, y ver la información disponible haga clic en las miniaturas.

Dos lugares para los dos personajes protagonistas de La puerta de marfil. Izquierda: La puerta del Lincoln’s Inn, a través de la cual Edward Dering pasaría a sus rentables y ocupados aposentos (fotografía de autor). Derecha: Entrada a la plaza de Gray’s Inn, a través del cual el alter ego de Dering pasaría a su sucia habitación (fotografía de George P. Landow). Este lugar también, se queja Gray, “está completamente lleno con aquellos que viven por y para la defensa de la propiedad” (226)

La puerta de marfil (1892) es una novela que nos demuestra la compleja habilidad de Walter Besant tanto en su perspectiva como en su diseño. El novelista hace mayor esta complejidad al tener la doble identidad como tema principal. El resultado es una obra que pone en entre dicho “la autoridad moral a menudo asociada con la ficción victoriana” (Guy 4), y que implica más al lector. La narrativa pasa del fenómeno mental, reconocido en la carta introductoria al señor Samuel Sprigge, futuro editor de la revista médica, The Lancet, a la “enfermedad mental”. La mayor parte del tiempo Edward Dering es un formidable abogado de ciudad, en pleno control tanto de sí mismo y de aposentos con vistas a New Square, en Lincoln’s Inn; alguien que mira de frente a la realidad. Desconocido para otros, e incluso para sí mismo, Dering tiene un álter ego, otra identidad. Vencido por una especie de adormecimiento o sonambulismo, Dering se transforma en alguien opuesto a si-mismo, Edmund Gray, un apasionado socialista evangélico que durante nueve años ha tenido habitaciones en los patios lóbregos del Gray’s Inn; para ser precisos, en el número 22 de la South Square. Al principio, Gray aparece para representar una suerte de parodia o correctivo de Dering, representando un lado más amable y dando a conocer una faceta más caritativa de sí mismo. Al parecer, aquí encontramos un excelente ejemplo del tipo de división psíquica que interesaba a muchos escritores victorianos, y que parece haber reflejado las ansiedades profundamente arraigadas de la sociedad, sobre como reconciliar las metas materiales con los ideales humanitarios.

Sin embargo, no es tan sencillo. El título de la novela introduce tensiones. Se refiere a una idea de Homero, que aparece también en el libro VI de la Eneida de Virgilio. El epígrafe, que lo explica, es un pasaje de este último libro:

Two gates the silent house of Sleep adorn;

Of polish'd ivory this, that of transparent horn:

True visions thro' transparent horn arise;

Thro' polish'd ivory pass deluding lies. [Trans. John Dryden 180]

Dos puertas adornan la silenciosa casa de Orfeo;
Una de marfil pulido, la otra de cuerno transparente:
Auténticas visiones surgen del cuerno trasparente;
A través del marfil pulido pasan engañadoras mentiras. [Transcripción: John Dryden 180]

Se nos muestra al durmiente con dos tipos de sueños, “visiones auténticas” fundadas en la realidad, descritas como un adentrarse en la conciencia a través de un umbral sonoro; y el segundo tipo de seductora ilusión, descrita como un flotar a través del precioso forjado de la puerta de marfil. El titulo sitúa el énfasis en este último sueño, una comprometida combinación entre atracción y falsedad, y posiblemente incluso algo peor, como se deduce de la palabra “mentiras”.

Los problemas comienzan en el Prólogo cuando Athelstan Arundel, el totalmente intachable, dispuesto y joven secretario administrativo de Dering, cae bajo sospecha por falsificar el nombre del abogado y malversar dinero. De hecho, como aprenderemos más adelante, el propio Dering es quien transfirió dinero a Edmund Gray en una especie de estado de trance para un proyecto socialista. Sin embargo, como Dering es testamentario y administrador de la madre viuda de Athelstan, la viuda confía más en el veterano y honesto abogado que en su propio hijo. Únicamente la hermana pequeña de Athelstan, Elsie, le apoya, para su eterna gratitud.

Pero esto no es todo. Hay un doble problema en el despacho de Dering. Trás la desgracia, Athelstan, que aún defiende su inocencia, se marcha a buscar su fortuna a América, siendo reemplazado en las habitaciones por el joven George Austin. Elsie y este joven y nuevo secretario administrativo empiezan a enamorarse desde el principio del primer capítulo. Pero, a su vez, Austin sucumbe a la enfermedad de su jefe: habiendo demostrado estar capacitado para ser su socio, es acusado de una falsificación parecida. Aun así, la fiel Elsie permanece a su lado. Hasta ahora, todo casi perfecto. Hasta que Elsie decide volverse detective. Ella es fundamental para descubrir que Gray y Dering son una y la misma persona. El desenlace no se hace esperar. El aparentemente amable e inofensivo Gray le resulta más atractive que Dering, especialmente a la vista de los problemas en su despacho de abogado de familia. Ella se deja llevar por su visión socialista de una sociedad sin propiedad, y antes de revelar lo que ha descubierto, se convierte en su ferviente seguidora. Elsie visita su “lugar de nacimiento” en la ciudad de Somers, es decir, un sitio de paso en el área insalubre de San Pancras, donde participa en un “té fraternal” y escucha una de sus charlas anti-propiedad. Le acompaña también a la calle principal de Londres, donde se reúne con pobres, incluida una jovencísima madre; la temible señora Moss, que tiene un ojo negro por una reciente discusión marital; y un sastre casi muerto de hambre que de alguna manera se las arregla para subsistir sin quejarse “del trabajo duro y salario ganado el sudor de su frente” (260).

¿Un “falso Principio”?

Los muertos de hambre de East End — imagen de Phil May para el East End de Besant (168).

El contraste entre Gray y Dering parece ser bastante claro, y favorecer al primero, para quien la sociedad funciona en esse momento bajo el “falso principio” de que unos pocos se enriquezcan a costa de muchos (236). Sin embargo, hay notas disonantes en cada escena de en la que aparece Elsie con Gray.

Cuando, al principio, ella se ofrece como su discípula, Gray la acepta con alegría, sin darse cuenta que tiene una motivación oculta, pero siendo completamente consciente del riesgos que supondría para ella, e incluso deleitándose: “Te desgarraras por la causa de la humanidad. ¡Jovencita feliz!”, se jacta sin inmutarse y con fascinación. Aunque la razón le dice que “está escuchando una voz y los sueños de un loco” (225), Elsie persiste en seguirle. Pese a que ella no puede ayudar, en el encuentro de anti-propiedad, se da cuenta de la clase de gente que atrae: “Tres cuartas partes eran hombres jóvenes, con caras entusiasmadas, miradas duras y maneras agresivas. Pertenecían a la iglesia militante” (232). Estos jóvenes hombres están obviamente decididos a combatir las peores injusticias de la sociedad. Es tentador asociarles al Ejército de Salvación (Salvation Army••), al que Besant apoyaba; pero esto ya se ha dicho (231), y la descripción de estos fanáticos no es agradable, muy al contrario que la admiración del autor por el Ejército de Salvación.

Otro hombre, un encargado de obra, muestra ya otra tensión que alimentó este interés tardío victoriano por la reforma: “había pertenecido al cartismo (Chartist••) en los cuarenta: era un socialista de los noventa” (233). También tiene una postura “agresiva”, al igual que una chica trabajadora que les habla. La chica dice: “Trabajo ocho horas al día, sin contar la hora de la cena, sólo para mantener al jefe y hacerle propiedades…” ¿Dónde está tu Reino de los cielos, cuando tu mano se aleja, mientras yo tengo que trabajar para hacer a alguien más rico? Vamos a destruir la propiedad, y luego ya veremos” (234). Elsie se da cuenta de las evidentes “confusiones y complejidades” del razonamiento de la chica, pero se muerde la lengua: “se abstiene. Era disciplinada. Escucha” (234).

Por tanto, hay problemas entre la propia rama socialista de Gray. No son los elementos agresivos del encuentro periférico anti-propiedad. Lejos de estar confinado al fanatismo o a la falta de educación, dichos problemas son intrínsecos al programa. ¿Cómo iba Gray a entenderse con sus inevitables objetores? Su vecino solitario y venido a menos académico cautivador dado a la bebida del Gray’s Inn, le había informado: “Mi viejo amigo me comentó el otro día que no debería no ser tolerante. Podrían matarme. Todo por no trabajar- y no estar al lado de nadie” (168). Aparentemente, ésta no era una amenaza en vano. Cuando Gray habla durante el encuentro, habla no sólo de la destrucción de la propiedad y de la llegada de un nuevo sistema en el que todos podrían trabajar por un bien común, sino de la eliminación de cualquiera que pudiera negarse a arrimar el hombro, y por tanto, se convirtiese en “una carga para la comunidad”. Su solución es terriblemente simple:

"... At first, there would be many such; but not for long. Because we should kill them. Yes, my friends," he added with a smile of the sweetest benevolence. "For the good of the community it will be necessary, without any sentimental considerations, to kill all those who refuse to work, all those who shirk their work, all those who persistently do scamped and bad work. They must die. So the commonwealth shall contain none but those who are vigorous, loyal, and true. For the rest — Death — if it means the death of a million who were once rich — Death is the only escape from the difficulty which is so often objected." [237]

“…Al principio, habrá muchos así; pero no por mucho tiempo porque los mataremos. Sí, amigos míos, ‘añadió con una sonrisa de dulce benevolencia’. ‘ Por el bien de la comunidad, será necesario, sin ninguna consideración sentimental, matar a todos aquellos que se nieguen a trabajar, a todos aquellos que eludan al trabajo, a todos aquellos que persistentemente hagan trampas o mal su trabajo”. Deben morir. La Commonwealth estará compuesta nada más que por los vigorosos, leales y sinceros. Para el resto- muerte-si eso significa la muerte de un millón de aquellos que alguna vez fueron ricos- Muerte es la única salida a las dificultades”. [237]

Las emociones intolerables de Gray socavan sus ideales, y “la sonrisa con la más dulce benevolencia” con la que lo pronuncia, sugiere que son, de hecho, los desvaríos de un loco.

Elsie no comenta los planes de Gray para con los indolentes. Sin embargo, después nota que su “maestro” da dinero a la gente pobre que se encuentra, a pesar de que sus propias órdenes van en contra de este tipo de práctica: “lo que enseña,” se fija ella, no lo cumple; se trata de una “fórmula básica de la caridad que sólo es posible para los que tienen dinero”. Como cuando escucha a la chica trabajadora, “Elsie se fija en este pequeño punto, pero no dice nada”. (263)

Resolución aparente

Bonito diseño de la primera edición de 1893.

Aun así, aparentemente bajo el hechizo de Gray, a pesar de darse cuenta de estos aspectos incomodos. Elsie continua trabajando para obtener alguna prueba concreta y exculpar a Athelstan y a George. Tiene un sólido apoyo, porque tras ocho años Athelstan regresa hecho un hombre del secreto exilio americano que él mismo se había impuesto, y se hace notar frente a su hermana y George. Habiéndole contado todo a los jóvenes, Elsie les pide paciencia mientras ella insta a Gray para que escriba sobre su trabajo. A su debido tiempo, consigue su objetivo al animarlo a que prepare declaraciones escritas sobre cada uno de los incidentes que tanto han perturbado el despacho de Dering y la vida de los tres jóvenes. Con estas “confesiones” en la mano, Elsie tiene que comunicar a Dering su propia y extraordinaria aberración. Se siente nerviosa por si el, una vez confiado y ahora perturbado abogado, pueda hundirse con la declaración, perdiendo por completo el control de su cordura. Incluso, el viejo empleado de Dering, el astuto Checkley de labios finos, está preocupado por este asunto, más por sí mismo que por su maestro. Sin embargo, en presencia de todos los involucrados, y con la debida formalidad, incluso en la citación de los testigos, Elsie maneja todo a la perfección. Suavemente pero con firmeza hace que Dering se vaya haciendo consciente de su otro yo. Elsie determina lo que parece ser un final feliz convencional. Athelstan, como hombre hecho a sí mismo, no necesita ayuda; pero su nombre se limpia; y George se hace cargo de los aposentos antes de lo esperado.

En cuanto al propio abogado, al jubilarse se transforma para siempre en una versión inofensiva y domestica de Gray. Un suavizado retrato de sí mismo, pintado previamente por la inclinación creativa de Elsie, alcanza ahora verdadera semejanza con su protector, tal y como había deseado:

"Yes," she murmured, "you are a dear, tender-hearted, kindly, benevolent, simple old Thing. You believe in human nature: you think that everybody is longing for the Kingdom of Heaven. You think that everybody would be comfortable in it: that everybody longs for honesty. Before I altered you and improved your face, you were Justice without mercy: you were Law without leniency: you were Experience which knows that all men are wicked by choice when they get the chance: you had no soft place anywhere: you held that Society exists only for the preservation of Property. Oh! you are so much more lovable now, if you would only think so — if you only knew. You believe in men and women: that is a wonderful advance — and you have done well to change your old name to your new name. I think I should like you always to be Edmund Gray. [245-46]

“Sí, murmuró, ‘tú eres amable, de corazón tierno, bondadoso y benevolente. Crees en la naturaleza humana: crees que todos anhelan el Reino de los Cielos. Crees que todos serían felices allí; que todos quieren ser honrados. Antes de que yo te cambiase y mejorase tu rostro, eras la Justicia sin compasión; la ley sin lenidad; la Experiencia que sabe que todos los hombres son malos por elección cada vez que tienen la oportunidad; no tenías lado amable; mantenías que la Sociedad existe solo para conservar la Propiedad. ¡Oh! Ahora eres mucho más querido, aunque no te lo creas –aunque no lo sepas. Crees en los hombres y mujeres: es un gran avance –y has hecho bien en cambiarte el nombre por el Nuevo. Creo que me gustaría que fueses siempre Edmund Gray. [245-46]

En su ancianidad, viviendo cómodamente con Elsie y Geroge, Dering/Gray se transforma en una especie de ‘amalgama’ como la formulada por Karl Miller en su estudio sobre los dobles literarios; cuando las personas no tienen solo dos yos, sino un tercero que se mueve simultáneamente acercándose y alejándose de lo social (28). Sin ser amenaza ahora para la sociedad, él una vez pragmático abogado habita el mundo de los sueños radicales, al parecer apoyados también por el autor:

He sees clearly and near at hand the things which might be, yet are not, and never can be until man lays down his garb of selfishness and puts on the white robes of Charity. To that dreamer the Kingdom of Heaven, which seems to some so far off and to others impossible, so that they deride the name of it, is actually close at hand — with us — easy to enter if we only choose. He exhorts his fellows to enter with him. And they would follow, but they cannot because they are held back by custom and necessity. They must obey the laws of the multitude, and so they stay where they are. And when the dreamer passes away, his memory is quickly lost, and the brightness quickly leaves those dimly-lighted lives. Yet other dreamers come — every day there arises an Edmund Gray. [353]

>Ve claramente y de cerca las cosas que pueden ser y no son, y que nunca serán hasta que el hombre aparte su manto de egoísmo y se ponga los ropajes blancos de la Caridad. Para el soñador, el Reino de los Cielos, que parece estar lejano para unos como ser imposible para otros hasta el mundo de que destrozan su nombre, están realmente cerca –con nosotros- tan fácil de alcanzar como queramos. Anima a sus compañeros a entrar. Y le seguirían, si no fuese porque se lo imposibilita la costumbre y la necesidad. Se ven obligados a obedecer las leyes de la multitud, y se quedan dónde estaban. Y cuando el soñador muere, su memoria se olvida rápidamente, y la luz abandona de pronto esas vidas tenuemente iluminadas. Pero vienen otros soñadores –cada día nace un Edmund Gray [353]

Dejamos así la una vez dividida personalidad atrapada felizmente en la puerta de marfil “contemplando la larga procesión de aquellos que trabajan y cantan en el trabajo y son felices: que trabajan mucho porque lo hacen para todos y todos para cada uno” [358] Y lo que es más, se nos dicen que “otros soñadores” le seguirán.

En el lado opuesto del espectro, la madre materialista de Elsie también está contenta. Todo ha salido bien; no tiene de qué quejarse, ya que tanto su hijo como su joven hija son perfectamente prósperos. También ella es una figura representativa. Melodramática, materialista e idealista a veces, la narrativa de Besant parece ofrecer al lector soluciones para todos los gustos.

Disonancias

Hombres-Sandwich. Ilustración de Leonard-Hill para East London  (p.244) que muestra la terrible monotonía de la vida trabajadora. ¿Cómo iba a prosperar la gente?

Sin embargo, las notas discordantes de la reunión anti-Propiedad no pueden olvidarse fácilmente. Es evidente que al final la visión de Gray no va a funcionar, y no solo a causa de “la costumbre y la necesidad” sino por razones más importantes, arraigadas en la naturaleza humana en si-misma. Al principio, cuando Gray es obligado a contemplar su vida racionalmente, ha explicado las razones por las que nunca ha utilizado el dinero conseguido con las falsificaciones bajo la firma de Dering. Habiendo transferido los fondos a proyectos filantrópicos. El hecho es que Gray se había visto incapaz de encontrar a las personas adecuadas para su proyecto: “mi plan era bueno, y habría podido ponerse en marcha con buenos resultados, excepto por la desidia de los trabajadores”, le dice a Elsie.

by advancing to certain working men sums which should make them independent of their employers until they should have produced enough to sell directly, without the aid of an employer, at their own co-operative stores. Unfortunately, most of them drank the money: the few who used it properly, instead of backing up their fellow-workmen, became themselves employers, and are now wealthy. Well, I thought I would extend this method. I thought that if I got together a chosen band say, of seventy or so and if, after teaching them and educating them a bit, I gave them, say, ten pounds apiece, to tide them over the first few weeks, that I might next open a distributive and co-operative store for them, and so take the first step to abolishing the middle-man the man of trade..... But as I told you, I was obliged to abandon my scheme. The men were not sufficiently advanced. They listened; they professed great willingness to receive the money; but they gave me no encouragement to hope that they would carry out my plan. So it fell through. And the men remain to this day with their employers. And so you see I never used the money. I remember that I had the cheque cashed in ten-pound notes for the purpose. [328-29]

Al avanzar sumas de dinero a ciertos trabajadores para hacerles independientes de sus jefes hasta que han producido lo suficiente para vender directamente, sin ayudar de un empresario, en sus propios almacenes cooperativos. Lástima que muchos de ellos se gastasen el dinero en bebida, y que los pocos que lo utilizaron bien, en lugar de apoyar a sus colegas, se volvieron ellos mismos empresarios, y ahora son ricos. Bueno, pensé que podría generalizar este método. Pensé que si era capaz de reunir a un grupo, digamos de setenta o así, y que si tras enseñarles y educarles un poco, les diese, digamos, diez libras a cada uno, para apañarles durante las primeras semanas, pensé que conseguiría abrir un almacén de distribución cooperativa para ellos con el fin de hacer desaparecer a los intermediarios…Pero como digo, me vi obligado a abandonar el plan. Los hombres no estaban lo suficientemente formados. Escucharon; profesaron su deseo de recibir el dinero; pero no apoyaron mi esperanza de que cumpliesen mi plan. Todo fracasó, Y hasta hoy, los hombres siguen con sus empresarios. De modo que nunca utilicé el dinero. Recuerda que cambié el cheque en billetes de diez libras para este propósito. [328-29]

Incluso si hubiese un leader perfectamente cuerdo, si se negociase humanamente con aquellos que se negaron a cooperar, ¿se habría encontrado suficiente gente capaz de implementar los planes de Gray y mantener el tipo de sociedad que tenía en mente? Parece que nos hay muchas dudas en que la respuesta sería “no” y que siempre seguiría siendo “no”. Las ideas de Gray representan las auténticas “locuras de un socialismo imposible” que Besant alinea junto a su trabajo de no-ficción de 1901, East London (333). Parecería que el autor tiene el Fabianismo•• en mente, con sus creencias anti-capital, sus elementos militantes, y su avance de la eugenesia. Su cuñada, Annie Besant fue uno de los primeros y más prominentes miembros del Fabianismo. Pero Walter había expresado ya sus reservas al movimiento en sus novelas distópicas (dystopian novels••), en particular The Inner House (1888). Aquí, el llamado “pasado malvado”, con ideas arcaicas de “propiedad privada e individualismo” aparece como “infinitamente más tolerable para la humanidad que el malvado presente” (45-46).

El escepticismo contenido en la narración tiene una vertiente romántica. Los pasajes líricos salvados del sentimentalismo por el humor parecen al principio complementar las ideas socialistas. Sin embargo, no se separa en ningún momento del debate. Por volver al principio, Elsie va a casarse con George incluso cuando, al ser hijo de un clérigo, no tiene aparentemente esperanzas de adquirir alguna propiedad. Le dice con alegría: “Por supuesto que haré todo sin ayuda. Limpiar el escalón de la puerta será como hacer ejercicio al aire libre; barrer el suelo como un baile de atardecer, o un juego de tenis; fregar los platos y tazas otro tipo de diversión” ["Of course I shall have to do everything for myself. To clean the doorstep will be equivalent to taking exercise in the fresh air: to sweep the floors will be a kind of afternoon dance or a game of lawn-tennis: to wash up the cups and saucers will be only a change of amusement."] Su ingenuidad es más aparente cuando añade con convicción: “Hay ago, George, una cosa”, y se puso muy seria, que supongo que nunca has hecho ni visto hacer, que es fregar una sartén” Y eso creo que no podría hacerlo” ["'There is one thing, George one thing' she became very serious. 'I suppose you never did you ever witness the scouring of a frying-pan? I don't think I  could do that....'"] (35).

Y lo que es más, Elsie llega a entender todo esto. Como premio a su lealtad para con él, Athelstan ke deja una substancial suma de dinero. Dering tiene instrucciones para notificárselo cuando sea mayor de edad, sin decirle el origen. Elsie es claramente, e incluso cómicamente, aliviada por las noticias de este fracaso. Cuando Dering, de manera inesperada, convierte a George en su compañero de negocios, esto cambia el futuro personal de Elsie e incluso su forma de ver la vida: “Nunca antes, George,” admite, “había entendido las bondades y el poder del dinero. Ahora podemos casarnos como cualquier persona- pero mucho mejor. Podemos tener muebles.” ["'Never before, George," she admits,"have I understood the loveliness and the power of money. We can now marry like everybody else — but much better. We shall have furniture now"] (90-91). Al dibujar el retrato de George, Elsie contrasta el futuro que había anticipado con el que se abre frente a ellos:

Las habitaciones son muy pequeñas, y los muebles están en mal estado porque, para empezar, eran malos y baratos. Y cuando llegas a casa –oh George”, hundiendo su índice en la tiza y dibujando dos o tres líneas en su cara – “pareces así, tan desconcertado, tan de mal humor, tan triste. Oh, cariño, las ventajas sobrepasan con mucho a los inconvenientes, y George –amarás a tu mujer más aún si cabe- estoy segura de que lo harás – porque ella siempre se viste bien y está atractiva, y te hará la comida y ayudará a que descanses del trabajo diario. [90-92]

The rooms are very small, and the furniture is shabby, because it was cheap and bad to begin with. And when you come home — oh, George!" — she stuck her forefinger in her chalk, and drew two or three lines on his face — "you look like that, so discontented, so grumpy, so gloomy. Oh, my dear, the advantages — they do so greatly outbalance the drawbacks; and George — you will love your wife all the more — I am sure you will — because she can always dress properly and look nice, and give you a dinner that will help to rest you from the work of the day. [90-92]

En otras palabras, la riqueza personal cambiará sus vidas. Los problemas subsecuentes, como cuando a George, al igual que a Athelstan antes que él, se le culpa de transferir los fondos de Dering a Gray, solo desajustan temporalmente los buenos prospectos, de forma que el feliz final se formula sobre una vida basada en la propiedad, como la que vivía el propio Dering, y que avanza por sus contactos profesionales. La alternativa tiene terribles inconvenientes, no solo para lo que se niegan a trabajar, sino para aquellos que van a perder sus privilegios con el nuevo sistema.

Puede que es su vejez. Dering capitule ante Gray, pero las diatribas de este último contra la propiedad son la causa de la admiración de Elsie, incluso al final, cuando sus sueños continúan resultando un profundo atractivo y nobleza, sin bien no sirven para mucho en el mundo real. Aquí. La creencia de Dering en que “la propiedad es civilización” (352) se reivindica por completo. Es más, empleando técnicas ya popularizadas en la ficción fin de siglo (el doble en la novela de R. L. Stevenson's••  Dr Jekyll and Mr Hyde de 1886, y lo extraño de la obra de Oscar WildeThe Picture of Dorian Gray, serializada en 1890), Besant muestra cómo el conflicto entre el propio interés y la compasión, entre mantener el status-quo e intentar el cambio, puede provocar peligrosas aberraciones tanto para el individuo como para la sociedad. La conclusión es obvia. A pesar del enfoque ostensible hacia la “puerta de marfil”, las “auténticas visiones” son, a pesar de todo, aquellas que surgen de la puerta del cuerno.

Amarga experiencia

El Palacio de la Gente (People's Palace) en la Mile End Road, con su gran exterior y el gran octágono, diseñado por E. R. Robson y terminado en 1888. Hay en día parte de la Queen Mary University de Londres.

Besant escribió La torre de marfil en un momento en el que reflexionaba sobre sus “fantasías paternalistas” (Joyce 526). Como hemos mencionado, según sus propios criterios sobre el impacto social y el éxito comercial, su trabajo más aclamado habías sido Los tipos y condiciones de los hombres (All Sorts and Conditions of Men), porque había ayudado “a conseguir donaciones” para llevar a cabo su “sueño imposible” (Sutherland 61), contribuyendo de manera clara al establecimiento del Palacio de la Gente (People's Palace). Cuando Besant fue presentado a la Reina en la inauguración de la sala principal, debió de ser uno de los momentos más significativos de su vida ("The Queen's Visit to the East-End," 12). Sin embargo, el resultado fracasó en sus expectativas: “tuvimos en comienzo extraordinario” escribió Besant en su autobiografía, añadiendo con sequedad, “pero las cosas no salieron bien. En las mesas de billar, que eran muy populares, los jóvenes se pusieron a apostar, y se pensó que era mejor cerrarlas. El club literario resultó un fracaso absoluto; ni un alma, mientras estuve relacionado con el Palacio, mostró la menor habilidad o ambición literaria” (246). Se ganaron algunas cosas, pero incluso, a medida que pasó el tiempo, la institución mantuvo “pocos paralelismos con el diseño original de Besant”, resultando ser un ejemplo de “ingeniería social fracasada”, orientada fundamentalmente a la clase media, en lugar de a las clases más bajas. Con el tiempo, el lugar se transformó en un sitio de instrucción técnica, en lugar del “palacio de recreo” que se había planeado en origen (Joyce 514). Como dijo Besant en su autobiografía: “¡Qué es lo que el Palacio no habría hecho por la gente si se hubiera seguido el plan original!” (247). Parece más problable que la montante desilusión para con el proyecto informase esta novela, complicando el elemento propagandístico y, de manera accidental, haciéndola más atrayente en nuestra época contemporánea de mayor cinismo.

Se podría añadir que, como espíritu motivador y fundador de la Sociedad de Autores (1883), y primer director, (véase Keating  The Haunted Study, 27-32), Besant tenía buen ojo para lo práctico. Lo que quiera que le llegó a través de la puerta del cuerno tuvo que significar más para él que las visiones que pasaron por la puerta de marfil – incluso cuando hubiera preferido, como el jubilado Dering/Gray quedarse soñando felizmente en cooperación altruista. Aunque su personaje de ficción continúa sumido en su visión, lo mejor que su creador pudo haber hecho fue encontrar formas alternativas y eficientes para promocionarlo, incluso justo después de su desilusión. Y eso es lo que intentó hacer en su novela de 1899, La caja de alabastro.

Material relacionado

"Novelas con un propósito": una introducción a La torre de marfil y La caja de alabastro de Walter Besant La caja de alabastro y Los asentamientos del East-End de Walter Besant Ficción de barrio (Slum Fiction) Introducción Las novelas de Walter Besant All Sorts and Conditions of Men and  Children of Gibeon Las novelas distópicas de Walter Besant The Revolt of Man & The Inner House La Fabian Society en la Gran Bretaña Vicotoriana

Works Cited

Besant, Walter. Autobiography of Walter Besant. London: Hutchinson, 1902. Internet Archive. Uploaded from the library of the University of Michigan. 3 January 2015.

_____. East London. New York: Century, 1901. Internet Archive. Uploaded by Robarts Library, the University of Toronto. 3 January 205.

_____. The Inner House. New York: Harper, 1888. Internet Archive. Uploaded by Duke University Librtaries. 3 January 2015.

_____. The Ivory Gate. New ed. London: Chatto & Windus, 1893. Internet Archive. Uploaded by University of California Libraries. 3 January 2015.

Guy, Josephine M. The Victorian Social Problem Novel: The Market, the Individual and Communal Life. London: Palgrave Macmillan, 1996.

Joyce, Simon. "Castles in the Air: The People's Palace, Cultural Reform, and the East End Working Class." Jstor. Web. 3 January 2015.

Keating, Peter. The Haunted Study: A Social History of the English Novel 1875-1914. London: Secker & Warburg, 1989.

"The Late Sir Samuel Squire Sprigge, MA, MD, FRCOP, FRCS, FACS." CMAJ.JAMC (Canadian Medical Association Journal). Web. 3 January 2015.

Miller, Karl. Doubles: Studies in Literary History. Oxford: Oxford University Press, 1985.

"The Queen's Visit to the East-End." The Times. 13 May 1887: 12. Times Digital Archive. Web. 3 January 2015.

Sutherland, John. The Longman Companion to Victorian Fiction. Paperback ed. London: Longman, 1990.

Virgil. Aeneid VI. Trans. John Dryden. Internet Classics Archive , by Daniel C. Stevenson. Web. 3 January 2015.


Modificado por última vez el 28 de junio de 2008

traducido 9 de julio de 2016