[Traducción de Sara El Azrak revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow. En los títulos de las obras no traducidas al castellano, la traductora indica con la anotación “Nota del Traductor (N. T.)“ entre paréntesis que la traducción de los mismos es obra suya. En caso contrario, la traductora se basa en las traducciones ya disponibles que figuran en el registro ISBN. Del mismo modo, en lo referente a las citas literarias, la traductora indica las traducciones disponibles en castellano. Aquellos casos en los que no se hace referencia a ninguna traducción previa, aluden a la labor traductora de Sara El Azrak

[Aunque este sitio Web sea un recurso para la cultura y la historia británicas y Lydia Sigourney sea una escritora estadounidense, existen varias razones para que la citada autora aparezca en este sitio: Ella representa una parte importante de la tradición angloamericana de la escritura de las mujeres, que se ha mantenido olvidada por largo tiempo. Sus obras aparecen con las de escritores como Christina Rossetti, pudiendo haber influido en éstos. Su obra es tan poco conocida que se hace poco probable encontrar muchas menciones a ella en otra parte. GPL]


Thackeray's decorated initial L

Lydia Howard Huntley fue hija de Ezequiel Huntley y Wentworth Zerviah y nació en Norwich, Connecticut el 1 de septiembre de 1791. Fue la única hija de la pareja, y su nombre se eligió en pos de la primera esposa de su padre, Lydia Howard. Ezequiel se casó con Lydia Howard justo después de participar en la guerra de la Independencia, pero su primera esposa murió de tuberculosis antes de cumplir su primer aniversario. Tres años más tarde, se casó con la madre de Sigourney, Zerviah.

Lydia tuvo muchos y buenos recuerdos de su padre y madre, por quienes guardaba mucha estima. Cuando empezó a tener éxito como escritora, decidió hacerse cargo de ellos, absteniéndose de casarse. Según sus propias palabras:

Tenía. . . razones para evitar avances serios. Mi decisión estaba tomada y nunca iba a dejar a mis padres abandonados. Sentía que su cautivador amor no se podría devolver nunca, ni en la más larga vida en servicio; y que la responsabilidad de ser su única hija, su único apoyo y consuelo, sería recompensada por Aquel que lee el corazón. Había visto a la gente anciana rodeada de personas indiferentes que consideraban las consideraban una carga, y no podía soportar la idea de que mis tiernos padres, sin parientes cercanos, tuvieran que depender de la amabilidad fluctuante de mercenarios y extraños. Para mí, mi padre era mayor, aunque apenas tuviera sesenta años, y me dije, en esas horas en las que meditaba "¿Podría mi padre, que no me había negado nada, ni utilizado más que los tonos más cariñosas para hablarme, estirar sus débiles manos, y no encontrar quien las estrechase?'" [241] (N. T.)

Podemos apreciar en el pasaje anterior muchos de los elementos que inspiraron a Lydia Sigourney. Sus temas principales fueron la vejez, la muerte, la responsabilidad, la religión, - una creencia firme en Dios y la fe cristiana- y el trabajo.

Se vio muy influida por su relación con la patrona de su padre durante su infancia, la viuda Lathrop. "A veces, la señora Lathrop, del otro lado del pasillo, invitaba a la niña a su salón.... Sentada en su sillón acolchado... la anciana le pasaba Jóvenes pensamientos nocturnos (Young Night Thoughts) para que le leyera con voz clara 'La Consolación' mientras que la señora Lathrop... se entregaba a la ensoñación melancólica.... Estas horas fomentaron en la niña el sentimentalismo que iba a ser su principal recurso en sus últimos años "(Haight, 4-5).

Tras la muerte de su amiga, la señora Lathrop, en 1805, Lydia fue enviada a visitar a la señora de Jeremías Wadsworth, una de las viejas conocidas de la viuda en Hartford, Connecticut. Esta visita la puso en contacto con Daniel Wadsworth, quien la ayudó a crear una escuela para niñas que organizó para que pudieran asistir las hijas de sus amigos (Haight, 9). En 1815, también la ayudó a publicar su primera obra, Piezas morales en prosa y verso, organizando y realizando la edición inicial él mismo. Sigourney Wadsworth le describe como su "amable patrón" y dijo que "se había responsabilizado de la contratación de editores, de la recolección de las suscripciones, e incluso de corregir las pruebas de imprenta" (325). Ella seguía diciendo que "Le deleitaba proyectar una mente solitaria desde la oscuridad hacia un sol brillante y un ambiente más libre." (325-6).

El 16 de junio de 1819, se casó con Charles Sigourney, y tras su matrimonio optó por escribir de forma anónima en su tiempo de "ocio" (Haight, 33-34). Eligió la escritura como ocupación solo cuando sus padres se encontraron en extrema necesidad y su marido había perdido parte de sus riquezas. Se la conoce como probable autora de las Cartas para jóvenes señoritas de parte de una dama, cuando admitió su autoría y comenzó a escribir abiertamente como la señora Sigourney (Haight, 35).

Lydia Sigourney ha sido con frecuencia calumniada llegando incluso a ser ridiculizada con la pérdida de influencia tras su muerte. Haight, su único biógrafo, se refiere a gran parte de su escritura como hackwork (pirata). Su influencia se ha atribuido a las relaciones que mantenía con los ricos y poderosos de la época, y a su capacidad empresarial. Kolker señala que gran parte de la crítica proviene de las ideas modernistas sobre la búsqueda de una voz personal en poesía, si bien la intención que Sigourney habría sido beneficiar a otros (66). Esta finalidad suponía que no tenía necesidad de encontrar su voz personal.

Su influencia fue enorme ya que inspiró a muchas jóvenes que intentaron convertirse en poetisas. Según Teed,

Como escritora dedicada y de éxito, Lydia Sigourney ha infringido los elementos esenciales de los roles de género que ella misma celebraba. A través de este proceso, ofreció a las escritoras jóvenes, y aspirantes de todo el país un ejemplo de posibilidades tanto en lo que se refiere a la fama como en recompensas económicas. [19] (N. T.)

Rev. E. B. Huntington escribió una pequeña consideración de la vida de la señora Sigourney poco después de su muerte. Señaló que su éxito no se debió necesariamente a su destreza como escritora sino más bien a que su “genio y [su] éxito se debieron a su singular bondad de corazón, siendo fuente constante de bendición y alegría para los demás. Su generosidad la hizo grande. Su increíble voluntad le dio poder. Su cariñosa amabilidad la tornó en una presencia encantadora en todas partes" (85). Se la recordará mejor con este elogio.

Referencias

Haight, Gordon S. Mrs. Sigourney, The Sweet Singer of Hartford. New Haven: Yale University Press, 1930.

Huntington, Rev. E.B. "Lydia H. Sigourney." Eminent women of the age, being narratives of the lives and deeds of the most prominent women of the present generation. Hartford, Conn., 1868.

Kolker, Amy Sparks. “The Circumscribed Path: Nineteenth-Century American Poetesses.” Diss. University of Kansas, 1999. Ann Arbor: UMI, 1999. 9941646.

Mattheu, Elizabeth-Christina. “"Britannia's Poet! Graecia's Hero, Sleeps! ...": Philhellenic Poetry by Women, 1817-1852.&rdquo Diss. University of Athens, 2001. Ann Arbor: UMI, 2001. 3015876.

Sigourney, Lydia. Howard Huntley. Letters of Life. New York, 1867.

Teed, Melissa Ladd. “Work, Domesticity and Localism: Women's Public Identity in Nineteenth-Century Hartford, Connecticut.&rdquo Diss. University of Connecticut, 1999. Ann Arbor: UMI, 2000. 9949129.


Modificado por última vez el 10 de febrero de 2008; traducido el 27 de noviembre de 2012