Esta discusión sobre la vida y obra de la poetisa procede de "Elizabeth Barrett Browning," un artículo que apareció en el número de 1874 de Cornhill Magazine, pp. 471-90; las cuatro primeras páginas del ensayo, que tratan el tema de la naturaleza de la poesía, también se pueden encontrar en la Victorian Web. PVA, quien sugirió incluir esta obra en VW, escaneó el texto y GPL revisó el texto, añadió subtítulos, lo convirtió a HTML, y lo unió con otras partes de VW. Vanessa Eisenman avisó por correo electrónico a GPL el 17 de julio de 2005 de que GBS debe ser, no George Bernard Shaw, a quien se le había sido atribuido el ensayo provisionalmente, sino el George Barnett Smith que Jennifer Kigma Wall menciona en su ensayo en VW.

[Traducción de Ana Abril Hernández revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow. *** = disponible sólo en Inglés]

Decorated initial E

Browning's Life

Elizabeth Barrett Browning nació en Londres, en el año 1809, y era la hija del señor Barrett, un caballero rural inglés. A una edad muy temprana ya había escrito bastante, a pesar de que mantuvo sus escritos alejados de todas las miradas excepto de la de su padre, a quien nombra en la primera edición completa de sus poemas como “mi público y mi crítico” La señorita Mitford la ha descrito como una “una figura delicada de cabello oscuro que cae como una lluvía sobre su expresiva cara de ojos tiernos y largas pestañas negras, y con una sonrisa radiante” ("slight, delicate figure, with a shower of dark curls falling on each side of a most expressive face, large tender eyes, richly fringed by dark eye-lashes, and a smile like a sunbeam.") [473/474] Poseía una gracia y delicadeza que casi desafiaba la representación. A pesar de tener una organización mental y espiritual tan perfecta, no fue igualmente bendecida en lo físico. Siempre frágil, tuvo la desgracia de ver peligrar su existencia en 1887 por el estallido de un vaso sanguíneo en los pulmones. El cuidado más extremo preservó su vida, aunque el incidente fue sucedido por un largo período de debilidad y sufrimiento. Dos años después, antes de que se hubiera recuperado lo suficiente, de nuevo la asaltó la desgracia al experimentar la angustia más aguda tras ser testigo de la muerte de su hermano favorito, que se ahogó en l río Torquay. Un largo período de peligro siguió a esta catástrofe, tras el que regreso a casa de su padre como una inválida, con la perspectiva de una vida condenada a estar en una camilla hasta el fin de sus días. Siete largos años duró de este período de reclusión, pero durante ese tiempo la señorita Barrett devoró todos los libros que pudo conseguir, y cultivó la técnica, que más tarde la haría inmortalidad. En 1846, en su trigésimo séptimo año de vida, llegó el acontecimiento principal de su vida, a saber, su matrimonio con el Sr. Browning. ¡Él la llevó a Italia, donde los suaves cielos le devolvieron la salud que tanto tiempo la había abandonado en su tierra natal! La unión fue muy feliz, y la influencia sobre el genio de la señora Browning debió de haber sido enorme. Sobre esta influencia, sin embargo, no podemos extendernos ahora, pues el marido de la autora de Aurora Leigh aún vive. Browning murió en Florencia en 1861, después de testificar, en algunas de los más nobles escritos jamás redactados, su extraordinaria devoción a su tierra adoptiva.

Un resultado beneficioso de la reclusión de la vida de la señora Browning fue la costumbre de la introspección que desarrolló, y que, por suerte para la posteridad, dio lugar a la producción de algunos de los mejores poesías intimistas existentes. Podemos entender en cierta medida su admiración por Wordsworth***, tras darse cuenta de que su propia existencia se desarrolló de manera similar. ¿Dónde habría estado toda esa riqueza de la antigua tradición que, sin destruir la frescura de su poesía, le ha añadido una gracia clásica y un acabado tan admirable y notable? El excelente equilibrio de sus facultades y adquisiciones tuvo un efecto plenamente satisfactorio en su trabajo, que siempre es bueno en la concepción, a pesar de lo defectuoso puede ser a veces en la expresión. Su intelecto era afilado y completo, no deficiente siquiera en la masculinidad; y fue sólo en sus teorías —ver, por ejemplo, las referencias a las cuestiones sociales en su poema más importante— donde en ocasiones no logró mostrar esa solidez de juicio, o la practicidad de juicio más bien, que generalmente se asocia con el sexo opuesto. Como poetisa, sin duda, se fijó en los hombres y en las cosas desde el punto de vista más personal en el sentido de la individualidad. En lugar de eliminar todo rastro extranjero como hizo Dante como Dante —a quién concebimos como fusionando con las fuertes concepciones de su espíritu— ella tenía más bien ese otro regalo del poeta, de representarse a sí misma, como individuo, en todos sus escritos. Es esta cualidad la que se suma tan notoriamente a la fuerza de sus efusiones líricas; de hecho, sin esta cualidad ningún poeta podría intentar la escritura de sus versos. Por lo que entendemos de esta forma de poesía, percibimos [474/475] su fuerza y ​​su valor como la atracción de un individuo hacia otro; y los versos de mayor éxito han sido aquellos que han despertado en nosotros un interés particular, no general. Si nos paramos momentáneamente sobre los versos de Burns y Béranger veremos la veracidad de esta afirmación. Era una parte de la fuerza de la señora Browning —y por no ello algo sin importancia— el ser capaz de lograr este resultado. ¿Quién no se sentirá continuamente en deuda con ella por muchos de sus poemas cortos, que han puesto de manifiesto tanto y tanto del corazón humano en ellos, y despertado impulsos y sensaciones que han deleitado y alegrado el espíritu? Esa fue una observación que hizo de ella un crítico, al describirla como la hija de Shakespeare. Esa misma gran consideración del dramaturgo es mostrado por la poetisa. El ojo benevolente mira a los hombres y a la naturaleza con el mismo amor imperecedero. Si el mundo ha tenido en algún momento sus poetas ideales, ella es digna de ser contada entre ellos.

Desde sus primeros años, como de hecho, se han descubierto, la señora Browning parece haber tenido la pasión por los libros —una pasión a la que se hace referencia más de una vez en Aurora Leigh—, sus hábitos de estudio, y el de la escritura todos ellos alentados por su padre. Sus primeros años son un reproche a cualquiera que, con más salud y las mismas oportunidades, no prestara ninguna atención a la internalización y asimilación de conocimientos. En todo lo que leemos de sus obras posteriores, se evidencia el valor de las primeras obras de estudio insaciable. El conocimiento es pleno y la riqueza de sus conocimientos no pasa sin efecto en sus composiciones originales. ¿Cuánto le debe haber hechizado su frágil marco cuando en el curso de su lectura, dice:

Because the time was ripe,
I chanced upon the poets.
En el momento apropiado, me interesé por los poetas.

Sin duda, las posibilidades de su naturaleza que dormitaban se vieron afectadas, y debió haber sido con asombro que las luces de los grandes bardos brillaron en su mente: algo, le habrían parecido a la poetisa como una herencia de incalculable valor. Y llegó el momento en que lo que había adquirido se convirtió en algo real para ella. Dejad que desprecien la erudición poética de la señora Browning comparándola a otros poetas, viendo como pierden en la comparación, no solo en ese poder original del que ella es más fuerte. No puede sino salir vencedora. La moneda más pobre y común que recibe de otras fuentes se convierte en el oro más puro en su mente. Las mejores mentes han reconocido su trabajo diligente para lograr la perfección del conocimiento, sintiendo que nadie ha recibido semejante regalo jamás, incluso los dioses, que de alguna manera, pueden aprender de los hombres.

Obras individuales

No es nuestra intención intentar reseñar todo lo que Elizabeth Barrett Browning ha dejado como legado para el futuro. Nos proponemos examinar algunas de sus obras de forma individual, en lugar de ofrecer una crítica de carácter general sobre su genio. A A Drama of Exile, una producción relativamente temprana, reconoció la gran sublimidad [475/476] de sus ideas, aunque la concepción en su conjunto fuese un fracaso. A nosotros mismos nos sorprendió la riqueza poética que muestra, y el fracaso debe ser tomado de manera comparativa. Hay algunos a quienes el majestuoso Milton no ha satisfecho con su obra maestra; pero hasta el más puntilloso deberá admitir que si no ha tocado los cielos, al menos sí ha llegado muy cerca. Por supuesto, no se espera que Drama of Exile se pueda equiparar con la magna concepción de Paradise Lost, que el poema de la señora Browning nos trae a la memoria, siendo sobre el mismo tema; tampoco puede decirse que sea perfectamente original, viniendo después de esta gran obra épica: pero en este poema nos encontramos un lenguaje que nos recuerda al trabajo de Milton. Las bases de Milton estaban más firmemente asentadas, con la marcha majestuosa de un conquistador. La señora Browning puede sólo en este trabajo mostrar sus posibilidades, no la perfección última. Este es un excelente trabajo probablemente debido en parte al hecho de que fue escrito por una mujer; Gabriel, se dirige a Lucifer diciendo:

If thou hadst gazed upon the face of God
This morning for a moment, thou hadst known
That only pity fitly can chastise:
Hate but avenges.

Estas líneas puestas en boca de Adán también son exquisitas:

The Highest being the Holy and the Glad,
Whoever rises must approach delight
And sanctity in the act.

Pero para un pasaje de una elocuencia inquebrantable, y uno distinguido por un verdadero fuego poético, tomemos el parlamento de Adán a Eva después de que los dos hayan dejado el Paraíso. Para demostrar el poder de la señora Browning sobre el verso blanco no podemos abstenernos de citar una parte de este:

Raise the majesties
Of thy disconsolate brows, 0 well-beloved,
And front with level eyelids the To come,
And all the dark o' the world!

Thy love Shall chant itself its own beatitudes
After its own life-working. A child's kiss,
Set on thy sighing lips, shall make thee glad;
A poor man served by thee, shall make thee rich;
A sick man helped by thee, shall make thee strong;
Thou shalt be served thyself by every sense
Of service which thou renderest. Such a crown
I set upon thy head, — Christ witnessing With looks of prompting love — to keep thee clear Of all reproach against the sin foregone,
From all the generations which succeed.
Thy band, which plucked the apple, I clasp close,
Thy lips, which spake wrong counsel, I kiss close,
I bless thee in the name of Paradise,
And by the memory of Edenic joys [476/477]
Forfeit and lost, — by that last cypress tree
Green'at the gate, which thrilled as we came out,
And by the blessed nightingale which threw
Its melancholy music after us, —
And by the flowers, whose spirits full of smells,
Did follow softly, plucking us behind
Back to the gradual banks and vernal bowers
And fourfold river-courses — By all these,
I bless thee to the contraries of these,
I bless thee to the desert and the thorns,
To the elemental change and turbulence,
And to the roar of the estranged beasts,
And to the solemn dignities of grief,
To each one of these ends, — and to their END
Of Death and the Hereafter.

Será evidente que para uno que todavía no había alcanzado la plena madurez de sus poderes para escribir así debe aguardarle un gran futuro. Sean cuales sean las deducciones que se puedan haber hecho en relación al deseo de perfección en sus concepciones, hay todavía evidencia suficiente en sus trabajos anteriores para demostrar que prácticamente no existen límites que no pueda alcanzar. En el coro de espíritus del Edén, que aparece en el Drama of Exile hay una abundancia de música lírica y poder que ya se han adoptado con éxito por otros poetas. En otro poema, The Seraphim vemos brillar la misma noble moral, igual que en el drama al que acabamos de aludir. El tiempo del poema es el de la Crucifixión, y la sublime tragedia se maneja con una delicadeza y al mismo tiempo con la fuerza propia de tan elevado tema. El profundo espíritu religioso que caracterizaba a la señora Browning la lleva con frecuencia a la elección de temas relacionados de alguna manera con las grandes verdades de la religión cristiana, en las que ella tenía una creencia profunda e intensa, como se han visto, no sólo por su reputación, sino por la actitud asumida de sus obras, que puede ver cualquiera que se haya acercado lo bastante. Los fallos, que principalmente se señalan en sus primeros poemas, están relacionados con el arte, un conocimiento que rara vez aparece desde el principio en los más precoces. Antes de que exhibirse, el arte no sólo debe mostrar capacidad, sino realización: un trabajo en comparación con trabajos anteriores donde cada etapa muestra un avance sobre la anterior. Aunque la señora Browning nunca destacó en ningún momento de su carrera por el acabado, si bien tuvo otras importantes cualidades, muestra una considerable diferencia entre sus primeras efusiones y sus posteriores versos. Su fuerza y pathos, sin embargo, a menudo sobrepasan cualquier otra consideración en la mente del lector, cuya atención está centrada en la influencia personal. Son aquellos poetas que no ponen mucho de si mismos en sus creaciones los que más destacan por la terminación de sus obras. El valor del diamante para éste consiste en la forma en que está engarzado, y preferiría una piedra inferior pero bien pulida antes que una mucho más grande pero que todavía tuviese asperezas adheridas. Sin embargo, no estamos de ninguna manera afirmando que [477/478] los grandes poetas no sean también grandes artistas. Estamos hablando sólo de acabado, que no es sino una parte del arte, y no la más importante. En el arte se combinan las cualidades más nobles: aptitud, proporción, y verdad, que son, la clave del acabado. En estas tres la señora Browning ha sido una artista de éxito; y quien se haya opuesto a ella porque descubriese en algún lugar una falsa rima o una línea defectuosa, habría perdido de vista la imponente cumbre, tropezando con un grano de arena. Sin embargo al mismo tiempo tenemos que admitir con franqueza que el sentido de adecuación no se percibe con fuerza en los largos poemas de los que hemos hablado. Lo descubrimos en su grado máximo en Paradise Lost, como se encontrarían en todo trabajo fruto de una gran imaginación, trabajo que ha alcanzado solidez por su unión con la vida y con el estudio de las bases sobre las que se fundó. Por ello, de haber sido escritos estos poemas de la señora Browning en una etapa posterior, el beneficioso resultado habría sido evidente, particularmente en lo relacionado con el punto en el que insistimos. La irregularidad de su ejecución habría disminuido considerablemente, asunto de no poca importancia en creaciones de esta naturaleza. Pero tomemos el poema y el drama en su forma actual, con todos sus defectos, y repitamos que todavía hay espacio para un sentimiento de admiración genuina por el resultado alcanzado.

El campo de estudio elegido por la señora Browning ha sido el que muestra su primera obra de gran importancia, a saber: su prestación del Prometeo encadenado de Esquilo. Muy probablemente se habría sentido atraída por este trabajo a través del compañero, antes mencionado, de sus estudios de griego. Es un hecho de no poca magnitud para una joven lograr esto que bien podría hacer retroceder a estudiantes incluso más experimentados. Pero ella tenía un profundo aprecio por el poeta clásico, y dejó que su amor por esa sublime tragedia la guiara en la tarea. Apenas se esperaba que obtuviera éxito, y ella misma admitió que la traducción no era buena. En consecuencia la rehízo, cambiando sustancialmente la forma de muchos pasajes. Aunque al leerlo tenemos la impresión de que es un drama griego al estilo inglés, el vigor exhibido, y el verdadero fervor poético que emana alrededor, aumentan su valor. El apasionado vocabulario que emplea es rico y variado, mientras que el ritmo ofrece margen para considerables efectos poéticos. En esta, como en sus otras traducciones, ella deseaba que se entendiese que su única idea era captar el espíritu del original. Los coros son excelentes, y poseen, además de mucha música, todo el fuego que debe arder en poemas que pretenden representar los éxtasis de los escritos de la pasión. Un lamento a Adonis, de Bion, es alegre y lleno de un imaginario cercano, e sugiere, además, el instinto y la aprehensión del poeta original.

El genio de la señora Browning tiene dos aspectos: una parte lírica y otra dramática— era poco diestra tanto en lo idílico como en la épica. En lo idílico no era lo suficientemente didáctica o intransitivamente calmada. Para la épica sus emociones eran demasiado agudas y su sensibilidad demasiado rápida y [478/479] animada. Su poema más largo no tiene nada de épico, siendo de hecho ni más ni menos que una serie de escenas dramáticas. No quiere ofrecer la marcha triunfal de un héroe o una heroína, sino plasmar la vida interior de su personaje principal. En una palabra, se trata de una autobiografía en verso.

Teniendo en cuenta primero sus capacidades líricas —porque es realmente a través de estas que su inmortalidad está asegurada— estamos obligados a decir que son de primer orden. Campbell fue un gran artista, pero al leer sus versos quedamos impresionados con el hecho de que son en gran medida el producto de una mente hábil más que de un verdadero cantante. Ha sido superado por Tennyson en cuanto a perfección verbal; pero para nosotros ninguno de estos verdaderos poetas puede compararse con la señora Browning en temas de la lírica. Sin embargo, tan alta es nuestra estimación por los autores de Hohenlinden y Locksley Hall que no ha habido otros poetas en estos últimos tiempos, excepto la que se estudia en este artículo y otros dos, que se puedan poner en comparación con ellos por el poder lírico real. Uno de los dos últimos es Shelley, el otro Burns, que es superior a Shelley, y sin lugar a dudas, puesto que puso más sentimiento en sus versos. Ha sido el alma, no la cultura, lo que nos ha dado el mejor de nuestros poetas líricos. En base a esto, y en relación a Burns, debemos de dar a la señora Browning un puesto entre los modernos por su genio literario, aunque ambos poetas sean polos opuestos en los demás temas. Que el lector compare desapasionadamente los versos que han sido escritos por nuestros principales bardos durante las últimas dos o tres generaciones. Encontrarán, creemos, que la posición que hemos tomado es una que se puede mantener. Shelley, sin duda, muestra el verdadero fuego lírico, pero sus poemas no son tan variados como los de la señora Browning; mientras que el pathos de la poetisa es más profundo que el de él y el de todos con los que se la compara. La imaginación de este poeta era, tal vez, un poco mayor, elevada con frecuencia a esferas más lejanas; pero el corazón, que le dio poder a Burns, es también la fuerza de la señora Browning. Shelley era demasiado etéreo, demasiado espiritual, y en consecuencia el ser humano queda un tanto eclipsado. Su sensibilidad está en la descripción más aguda y muchos de sus versos dan fe de la verdad de su afirmación de que

Most men
Are cradled into poetry by wrong;
They learn in suffering what they teach in song.

Los hombres aprenden en la cuna a ser malos poetas, y es sufriendo cuando realmente aprenden a cantar.

Uno no puede dejar de pensar que el lugar natural de Shelley en el mundo sería el de un Spenser espiritualizado; y si esa calma le hubiese llegado, que por sí sola puede darle al poeta la oportunidad de disfrutar, no se sabrá. Sin embargo, podría habernos dejado trabajos lo suficientemente ricos como para justificar su fantasía. Así, entre retorcimientos y gemidos, paroxismos de un espíritu que no se rinde, escribió esos exquisitos versos, que no debemos perder dentro de nuestra literatura. La señora Browning carecía de la intensa naturalidad de Burns, y aunque ambos tenían los sentidos muy agudizados, no poseían nada en común en cuanto a carácter y temperamento. [479/480] Pero, como hemos dicho, la causa principal de la fuerza de ambos esta en el poder del corazón. Trabajaron sobre principios diferentes y bajo diferentes circunstancias. A Burns le movía la alegría o la tristeza según las impresiones que sacaba de naturaleza externa; la señora Browning, por el contrario, encontraba que la naturaleza recibía un tinte de melancolía o de felicidad según sus propias emociones. Son, pues, los contrastes perfectos en todo, excepto en la única gran capacidad de la genialidad. Y si la palabra epigramático se puede usar para denotar ese poder que tenía Burns de describir un objeto en la naturaleza o una emoción humana, la señora Browning, ciertamente, no era tan epigramática como el poeta anterior. Leigh Hunt se refirió una vez a nuestra poetisa como la hermana de Alfred Tennyson, pero la relación no nos parece que sea de las más adecuadas. No sitúa a ninguno en una relación clara respecto del otro. En primer lugar, hay una buena parte que es femenina (en el mejor sentido) del genio de Tennyson, mientras que de vez en cuando hay en la señora Browning de vez en cuando hay que en la poesía de la poesía de la señora Browning nota más masculinas que las que podemos ver en el Poeta Laureado. En verdad, no vemos mucho acierto en estas comparaciones; la expresión más acertada a la que se le da voz, es la que ya hemos mencionado, que la describe como la hija de Shakespeare. Podemos ver algún significado en esto; podemos sentir que su genio se encuentra en la misma relación que la del poeta trascendente del mundo, al igual que una hija con su padre. Lo más pequeño es la verdadera representación en miniatura de lo más grande.

El orden preciso en que se escribieron los versos de la señora Browning nunca se ha dicho, y no es posible llegar a una cronología correcta con respecto a ellos por la evidencia interna. Las fechas de varios, sin embargo, son bien conocidas y están entre los más temprano de sus producciones que tienen por título A Vision of Poets, escritos con una forma muy atractiva y una métrica inusual. Esta visión de los hombres de "foreheads royal to the truth", como se ve en el magnífico templo de la poesía, es uno de sus más exitosos, así como más gráficas concepciones. No sobra ninguna palabra en la descripción de los retratos; para cada uno de estos hombres de fama mundial se le conceden unas pocas líneas, pero ¡cuán expresivas son!:

Shakspeare, on whose forehead climb
The crowns o' the world: 0 eyes sublime
With tears and laughters for all time!

La eminencia internacional del poeta nunca ha sido mejor expresada que en estas sencillas palabas, es decir, vemos más de él en estos versos que en páginas enteras que la crítica pueda hacer, si bien la descripción del poeta no es en absoluto exhaustiva. Otros excelentes toques son los dedicados a Eurípides, Lucrecio, "nobler than his mood", Goethe, Chaucer, Milton, Schiller:

And Burns, with pun'gent passionings
Set in his eyes: deep lyric springs
Are of the fire-mount's issuings.

And poor, proud Byron, gad as grave
And salt as life, forlornly brave,
And quiv'ring with the dart he drave.

¿Es justo que el poeta [480/481] nazca para sufrir y muera sin reconocimiento ni recompensa? En verdad ha vivido para la verdad y la belleza y debería por ello estar contenta. Su experiencia ha sido, después de todo, mejor que la de las personas más sencillas, con menos dolores y placeres elevados. Será coronada, pero no con una corona ordinaria. Su mayor gloria es saber que siempre se gana el final. Y que después de la muerte hay dos vidas: una en el Más Allá y otra en la memoria de las obras que ha dejado tras de sí. Así se llega a la conclusión de que “se llega al conocimiento con el sufrimiento, y que la vida se perfecciona con la muerte”. La lección no es nueva; los mártires de la verdad siempre la han enseñado, pero ahora son los poetas-mártires quienes también enseñan. Pues no es solo martirio algo que afecta o destruye el cuerpo. La espiritualidad de la naturaleza de la señora Browning brilla en este poema, ofreciendo alguna pista sobre sus ideales. Se trata de unas líneas singularmente puras y elevadas que muestran una imaginación en desarrollo que ya se auguraba poderosa y adecuada para el éxito en futuros trabajos. Más alegre es The Two Voices, un poema que se enmarca en el mismo modelo, y al que el pensamiento del lector vuelve inevitablemente durante la lectura de Vision. Su significado no debe ser restringido a la clase de seres con los que trata de manera superficial. La conclusión es triunfal para el conjunto de la raza humana, tratando de los extremos de la vida que se hacen también sagrados. Después de leer este poema, uno se levanta con un corazón más esperanzado para afrontar los conflictos del mundo.

Dejamos a un lado, con reticencia, poemas como The Romaunt of Margaret and Isobel's Child, pues hay mucho en ellos de fuerza concentrada y música que habríamos deseado estudiar. Algunos han optado por ellos como eficaces esfuerzos de la poetisa, y sin duda se encuentran entre las más bellas notas de su lira. Incluso las rimas parecen poseer una melancolía acorde al tema, mientras que la mera repetición de las palabras "Margret, Margret", alcanza un auténtico pathos en las astutas manos de la escritora. Un afecto singular por los temas que albergan en sí la más profunda angustia y sufrimiento pueden verse ya en las primeras obras de la poetisa. El espíritu muy rara vez alegre, sin bien la música es tan acertada y adecuada como el canto fúnebre que con más frecuencia ofrece. Pasear entre sus poemas es como encontrarse solo en medio del bosque, con los lamentos del viento y las ráfagas de lluvia como únicas garantías de una existencia más sublime que la nuestra. Pero la profundidad más honda de nuestro corazón se alcanza de esta manera. Habríamos deseado que no hubiese habido necesidad de lamento y pesar. Aún así, no habríamos perdido esos hechizos misteriosos del alma evocados por su poder. Debemos seguir a la poetisa en su búsqueda de la verdad, seguirla allá donde nos lleve, pues por estos medios hemos de emerger de los gruesos pliegues de las tinieblas en la plena luz del día. Esta es una razón por la que tenemos una admiración y apego tales por su genio. Dondequiera que nos lleve, es para hacernos mejores. ¿Nos muestra al [481/482] pobre al que a menudo nosotros también oprimimos? Es para que sepamos donde hemos errado, y que en el futuro nuestras manos se puedan estar limpias de la opresión y la crueldad. ¿Oscurece el espíritu a veces? Es sólo para que refleje de modo que logre caminar a tientas a través de los misterios de la vida y la naturaleza hasta Dios. Las dudas intelectuales a menudo se eliminan en un método sumativo que ha sido en diversos momentos de la historia del mundo el más eficaz. Ella ve sus formas descendientes atenuarse gradualmente y dispersarse frente al ojo tranquilo de la Fe. Cualquiera que fuese el desenfrenado mal del mundo, no era capaz de eliminarlo. Para ella, no siempre era necesario entender todo el mal que veía; y que odiaba. Para sus escritos han ayudado a los hombres a hacer algo para ponerle fin. Ha sido portavoz de pobres y miserables; una luz del amor brilla en su frente y habita en sus ojos; el sentimiento Divino de la compasión se hincha en su seno, y por esta razón, como por otras, tiene su lugar con todos los que son amados por la raza humana.

Al seguir e indicar los que consideramos algunos de los más admirables versos de la señora Browning, debemos nombrar decididamente entre los primeros The Rhyme of the Duchess May. Esta balada contiene no sólo una singularidad que nos transporta a los días de la caballería, sino una fuerza de expresión que está generalmente ausente en las producciones de esa época. Lleva sin duda el sello del genio. La poetisa, se olvida por completo de sí misma por un momento, proyectando sus pensamientos en el interior del tema para visualizar una fase de la existencia humana sumamente trágica. Hay un sentimiento de melancolía en los versos por la repetición constante de la alusión a la campana de la muerte. La concepción está bien trabajada, y los poderes de la escritora no se desperdician antes del cierre del poema, como sucede demasiado a menudo en el caso de versos de longitud similar. La perfección de lo conmovedor se encuentra enBertha in the Lane, donde la joven doncella relata con sencillez la historia de cómo se ha roto su corazón. No hay nada forzado; de hecho, el lenguaje en algunos pasajes no se eleva más alto que en una conversación real, la única ayuda poética accidental dada a la configuración del poema es la rima, que de nuevo está bien elegida. La autora evita sabiamente el más mínimo esfuerzo tras el efecto, dejando el pathos natural de la historia llegar el fin que ella desea. Lady Geraldine's Courtship es un romance de casi obligada comparación con Locksley Hall de Tennyson y lo más raro es que la señora Browning haya dibujado tan bien a sus personajes, aunque Tennyson es eficaz en todo lo demás. El poeta que amaba a la Señora Geraldine tiene muchas virtudes, pero su vocación no le ha imbuido adecuadamente la fuerza de espíritu, y fracasa en las fuerzas y robusteces que cabría esperar de él. Además, nos sentimos rápidamente indignados de que sea tan lento en la lectura de lo que debería haber sido evidente. El personaje del Conde está bien delineado y nos muestra su dignidad natural en las pocas líneas dedicadas a su parlamento: [482-483]

Just a good man made a proud man, — as the sand rocks that border
A wild coast, by circumstances in a regnant ebb and flow.

La vieja historia de amor que surge de cualquier parte, ni forzado ni esperada, se dilata una vez más y es llevada en ese instante a un final satisfactorio.

Pero pasemos a The Cry of the Children, una de las protestas más nobles contra la codicia y la opresión de la humanidad que jamás se han pronunciado. Su intenso pathos sólo podría surgir de un corazón de mujer, herido en su amor por el ser humano con hechos suficientes para hacer sonrojarse a los cielos. Hemos oído algo de las tristezas de los niños de las fábricas, pero estas líneas los han acercado y nos han incitado a sentir que los más pobres y débiles son nuestros hermanos y hermanas. ¿Cuándo ha sido la angustia de un espíritu joven plasmada con tanta claridad como en las siguientes líneas, que se supone que son pronunciadas por los pequeños trabajadores entre las férreas ruedas, esas ruedas que ruedan sobre ellos despiadadamente y que apenas les dan tiempo para el descanso?:

Two words, indeed, of praying we remember,
And at midnight's bout of harm,
Our Father," looking upward in the chamber,
We say softly, for a charm.
We know no other words except "Our Father,"
And we think that, in some pause of angels, song,
God may pluck them with the silence sweet to gather,
And hold both within His right hand, which is strong.
"Our Father!" If He heard us, He would surely
[For they call Him good and mild]
Answer, smiling down the steep world very purely,
Come and rest with Me, my child."

Inglaterra misma se ha desprendido de parte del reproche contenido de donde se sacan estas líneas, y por la gracia de Dios tal vez sea libre en un futuro (no muy lejano). Hay otros poemas que muestran la misma gran compasión que vemos en las miserias de los niños de las fábricas, como Mother and Poet y The Cry of the Human, donde el último recuerda al mundo

Lips say, "God be pitiful,"
Who ne'er said, "God be praised!"

Se sentía igual que el otro poeta de los pobres, del cual nos sentimos orgullosos, dando voz a todos los que son de cualquier forma aplastados o heridos por la presión de la sociedad y las distinciones sociales, o por desgracias sociales. Ser despreciados o estar tristes era la manera de estar seguro del más profundo interés de la poetisa. Este es un rasgo que servirá para mantener viva su memoria, porque cuantos entre nosotros dejaríamos morir los nombres de nuestros filántropos, que han sido los únicos en la expresión activa y escrita de su simpatía. A uno le gusta más detenerse en el punto donde el altivo genio baja de su pedestal con más sinceridad para reconocer su simpatía con los desamparados y los miserables, como lo hacen los quasi filántropos [483/484]. No siempre, pero sí muy a menudo, el gran intelecto es el índice con del espíritu generoso y sencillo.

Para marcar el rango de poder de nuestra poetisa, comparemos poemas tales como A Child's Thought of God with those on Napoleon o Las ventanas de Casa Guidi . ¡Cuán dulce y bellamente cierra el primero!

God is so good, He wears a fold
Of heaven and earth across His face,
Like secrets kept, for love, untold.

But still I feel that His embrace
Slides down by thrills, through all things made,
Through sight and sound of every place:

As if my tender mother laid
On my shut lips her kisses' pressure,
Half waking me at night, and said,
"Who kiss'd you through the dark, dear guesser?"

Esto es más teología que condena ortodoxa con la que aterrorizan a nuestra juventud los fanáticos de mente estrecha, que probablemente han arruinado muchas almas predicando que Dios es poderoso y vengativo, en lugar de que Dios es amor. Queremos más de la enseñanza que obtenemos en las páginas de esta mujer-poeta. Entonces observaremos cómo a partir de estos pensamientos dulces y felices podemos recurrir a asuntos más audaces y sorprendentes, como en The Dead Pan, que tiene un sentimiento verdaderamente musical; Cowper's Grave, un homenaje al inmortal cantante del sufrimiento; Crowned and Buried, una apreciación de la gran e inmortal figura de Napoleón; pero, sobre todo, en esta clase de esfuerzo, Las ventanas de Casa Guidi. Este poema exhibe a la señora Browning en su mayor fuerza intelectual. Sólido y duradero el poema está tan elevado como todo lo que ha escrito, y más perfecto que el más largo que escribiese posteriormente. Es evidente que tanto su sentimiento como su imaginación están en este trabajo, y que ambos poderes combinados nos han dado algo que no puede dejar de vivir en la posteridad.

Todo el mundo que conoce algo de la poetisa está familiarizado con su gran amor por Italia, una de las pasiones más fuertes de su vida. Es en este poema donde despliega con más maestría ante el mundo sus sentimientos con respecto a la independencia de ese país. Desde las ventanas de Casa Guidi en Florencia, su ciudad favorita, observaba la lucha por la libertad en la que se enzarzó contra Austria y la ayuda prestada a este objeto por Napoleón III, sin el cual probablemente nunca se habría logrado. Sus líneas más apasionadas fueron en alabanza de este campeón. Conoció al difunto emperador en su momento de máximo esplendor, cuando había en él un fuerte entusiasmo por la causa que había abrazado que iría directo al corazón de la generosa e impulsiva poetisa, quien desplegó en su expresión toda abundancia sin restricciones. Para muchos ingleses este exceso de cercanía le resultará extraño, pero hasta que no hayamos sentido toda la amargura que sintió una nación degradada, y hayamos visto surgir al conquistador para levantarla del [484/485] polvo, no sabremos expresar la profunda gratitud para con él, al margen de su posterior carrera. Nuestra atención, sin embargo, es para los poemas, incluidos los poemas titulados Poems before Congress, en los que la señora Browning estableció que el patriotismo, según ella, no debe manifestarse solamente en nombre de su propio país. En Las ventanas de Casa Guidi la imaginería es rica y el lenguaje dinámico, dignos compañeros del ideal que nutre la mente. En el transcurso del poema aparecen hermosas leyendas de Savonarola y Michaelangelo para elevar los encantos de la canción de su país; y las páginas finales del poema contienen un precioso episodio que alude al pequeño hijo de la poetisa, a quien ella llama su joven Florentino, pues había nacido en esa ciudad. Ha relacionado así estrechamente su tierra natal y la de adopción, afirmando tener una relación más cercana a Italia de lo que nunca antes había sentido, a través de la relación con su hijo. Es imposible no referirse a la extraordinaria riqueza y fuerza de las imágenes que contienen el poema. Pero como justificación de la elevada opinión que hemos expresado sobre él, no nos podemos abstener de extraer el pasaje en el que, como antes se ha mencionado, la narradora se dirige a su hijo:

The sun strikes through the windows, up the floor;
Stand out in it, my own young Florentine,
Not two years old, and let me see thee more I
It grows along thy amber curls, to shine
Brighter than elsewhere. Now, look straight before,
And fix thy brave blue English eyes on mine,
And from thy soul, which fronts the future so,
With unabashed and unabated gaze,
Teach me to hope for, what the angels know
When they smile clear as thou dost. Down God's ways,
With just alighted feet, between the snow
And snowdrops, where a little lamb may graze,
Thou hast no fear, my lamb, about the road
Albeit in our vain-glory we assume
That, less than we have, thou hast learnt of God.
Stand out, my blue-eyed prophet! — thou, to whom
The earliest world-day light that ever flowed,
Through Casa Guidi windows chanced to come!
Now shake the glittering nimbus of thy hair,
And be God's witness that the elemental
New springs of life are gushing everywhere.

Es, imaginamos, casi universalmente aceptado que escribir el Soneto excelente es la actuación más difícil en el campo de la poesía. En cualquier caso, es la rama del arte menos frecuentemente lograda. Es cuestionable si tenemos más de tres o cuatro poetas ingleses que pueden ser acreditados con la más alta ejecución a este respecto. Pero a estos tres o cuatro hay que añadir el nombre de la señora Browning. Después de Shakespeare, debemos estar dispuestos a sostener que ella es igual a cualquiera de ellos. Como prueba de esto, dejemos que el lector vuelva a sus [485/186] Sonetos de la Portuguesa que, bajo el nombre encubierto, son sonetos propios. Para nosotros parecen cumplir todos los requisitos del soneto, incluyendo la fuerza, la imaginería, la dulzura, proporción de arte, y la masividad. Son sin duda iguales a todos los de Wordsworth y Milton. El soneto, con los grandes poetas, ha tenido en general más éxito cuando es personal consigo mismo .. Parecen haber captado su pasión y haberla confinado en unos límites, por lo que el soneto, en manos maestras, se convierte, por así decirlo, en "foursquare to all the winds that blow". No hay rincón débil, todo es sólido y compacto.

Estos sonetos de la señora Browning llevan sobre ellos su propia individualidad y, como medio para mostrarla verdaderamente ante sus lectores, son más explicativos que cualquiera de sus otros escritos. Los estudiaremos por un momento. En el primero, la poetisa nos presenta una imagen de su mente en el período en el que se busca la Muerte como liberación de una prisión mortal cuya sombra anidó profundamente en ella. El soneto es sumamente bueno, tal y como sigue:

I thought once how Theocritus had sung
Of the sweet years, the dear and wished-for years,
Who each one in a gracious hand appears
To bear a gift for mortals, old or young
And, as I mused it in his antique tongue,
I saw, in gradual vision through my tears,
The sweet, sad years, the melancholy years,
Those of my own life, who by turns had flung
A shadow across me. Straightway I was 'ware,
So weeping, how a mystic Shapt, did move
Behind me, and drew me backward by the hair;
And a voice said in mastery, while I strove : —
"Guess now who holds thee?" "Death," I said. But there,
The silver answer rang, "Not Death, but Love!"

Luego viene una descripción de amor, cuyo poder nada puede conquistar y que el hombre es incapaz de destruir. Espíritus que "but vow the faster forth, stars". Sin embargo, si seguimos, llegamos a una declaración de su propia indignidad, por parte de la voz poética, que es así descubierta y bendecida. La penumbra sobre ella es todavía demasiado pesada y no se dispersará:

What hast thou to do,
With looking from thy lattice lights at me,
A poor, tired, wand'ring singer, singing through
The dark, and leaning up a cypress tree?
The chrism is on thine head, — on mine, the dew,
And Death must dig the level where these agree.

¡Qué hermosas y patéticas son estas líneas! Y la tensión continúa, sin disminución de la tristeza, a través de varios sonetos. El alma ha encontrado su homólogo, sin embargo, le pide que se vaya; la felicidad ofrecida es demasiado grande para él; no debe ser. "¡Alejate de mi!" es ahora el grito; pero el espíritu está, evidentemente, cediendo al conquistador, porque añade: [486/487]

The widest land
Doom takes to part us, leaves thy heart in mine,
With pulses that beat double.

El registro de la vida avanza, y se discute el gran argumento: “Can to give what I can give?” Veamos el séptimo y los sonetos inmediatamente siguientes donde la disección de la pasión del amor impregna al ser. En verdad que estas confesiones son autobiográficas, el sello de la experiencia genuina está sobre cada una con sus esperanzas y temores, que se abren en un corazón de mujer. Seguramente nunca se haya escrito una poesía subjetiva más perfecta. La poetisa nos habla sin tapujos, y escuchamos con entusiasmo la revelación. De la tristeza y melancolía salimos por fin a la luz del día; el ciprés ha cedido a la rosa. El amor es justificado; pide y da todo. Se intercambian verdades, y la voz ha renunciado a la tumba por quien va a ser ahora su vida. Vemos entonces el plan de toda la obra. En primer lugar, teníamos el alma esperando la muerte, después la Vida revivida por el Amor; luego la tumba tras el alma y, por último, viene la secuela, el matrimonio de aquellos cuya historia ha sido trazada en la serie de poemas que está ahora a punto de concluir. Así, la poetisa medita, en mitad de su existencia, el pasado tras ella y el futuro dichoso inmediatamente a la vista:

"My future will not copy my fair past."

I wrote that once; and, thinking at my side
My ministering life-angel justified
The word by his appealing look upcast
To the white throne of God, I turned at last,
And there, instead, saw thee, not unallied
To angels in thy soul! Then I, long tried
By natural ills, received the comfort fast,
While budding, at thy sight, my pilgrim's staff
Gave out green leaves, with morning dews impearled.
I seek no copy now of life's first half:
Leave here the pages with long musing curled,
And write me new my future's epigraph,
New angel mine, unhoped for in the world!

Pero para mostrar lo que es la maravillosa profundidad del amor de la mujer y para alcanzar lo que parece ser la plenitud absoluta de la expresión humana, tenemos el siguiente canto triunfal al cierre de esta historia personal que hemos estado examinando:

How do I love thee? Let me count the ways.
I love thee to the depth and breadth and height
My soul can reach, when feeling out of sight
For the ends of Being and ideal Grace.
I love thee to the level of every day's
Most quiet need, by sun and candlelight.
I love thee freely, as men strive for Right
I love thee purely, as they turn from Praise.
I love thee with the passion put to use
In my old griefs, and with my childhood's faith.
I love thee with a love I seemed to lose [487/488]
With my lost saints — love thee with the breath,
Smiles, tea'rs, of all my life! — and, if God choose,
I shall but love thee better after Death.

Así, hemos echado un breve vistazo a través de esta extraordinaria serie de poemas psicológicos, uno de los legados más preciados que un poeta puede dejarnos, revelando, como lo hacen tan claramente, la vida interior de la escritora. Después de su lectura, al igual que en el caso de un estudio de In Memoriam de Tennyson sentimos que hemos hecho más para captar el carácter del poeta de lo que somos capaces de hacer para un conocimiento íntimo de todas sus obras. La unidad de los Sonetos de la Portuguesa es precisa y definida; ningún vínculo en el estructura puede ser eliminado, sin destruir el valor del conjunto. No hay vacilación en el enunciado; vemos aquí la señora Browning en su más alta perfección, cuando ya ha pasado por la fase de aprendiz en su arte y ha resucitado en la perfección del canto. Los sonetos brillan con éxtasis, son exquisitos en la expresión, y perfectos en su forma. Tomados de forma conjunta, y a la luz de la pasión que dibujan, desde su inicio hasta su culminación, no conocemos nada en ningún lugar con lo que se puedan comparar. El intelecto y la pasión se combinan en ellos en el mismo grado y juntos se funden en una música maravillosa.

Aurora Leigh

La poesía amorosa de la mano que escribió tan apasionadamente — incluyendo composiciones distintas de los sonetos— formaría por sí sola, en su totalidad, un estudio completo, por su variedad, la dulzura, y pathos. Pero aún quedan para nosotros algunas observaciones sobre el trabajo por el que principalmente se le reconoce a la autora su fama: Aurora Leigh. Existe una gran diversidad de opiniones con respecto a sus méritos, y a la posición que debe ocupar en la literatura moderna. La propia escritora mientras inscribía a su primo, lo describió como la más madura de todas sus obras, y la primera en la que sus "highest convictions upon Life and Art have entered". Nuestro propio punto de vista de ello es que, como un todo, es algo inconsecuente; carece de unidad, para ser un poema de tal magnitud; pero a menudo en estos aspectos más elevados, aunque no es perfecto, es igual a cualquier cosa que produjo esta generación. Cuando lo consideramos en otros aspectos, sin embargo, nuestra alabanza es casi necesariamente ilimitada. Es un poema del que nos podríamos esperar que Shakespeare derramara lágrimas por lo humano de la composición. Su intensa subjetividad eximirá su influencia en los hombres de la decadencia. Si no nos hubieran sorprendido la belleza y la plenitud de su poesía, tampoco nos habría sorprendido su filosofía. Las siguientes líneas casi podrían ser tomadas como un compendio de toda la enseñanza de Carlyle:

Get leave to work
In this world — 'tis the best you get at all
For God, in cursing, gives us better gifts
Than men in benediction. God says "Sweat
For foreheads," men say "crowns," and so we are crowned,
Ay, gashed by some tormenting circle of steel
Which snaps with a secret spring.
Get work, get work;
Be sure 'tis better than what you work to get.

Las opiniones del autor sobre el arte se establecen con cierta plenitud. El arte, [488/489] suponemos, a pesar de toda la oscuridad que se ha colado a su alrededor por los que hablan demasiado, significa (si estamos obligados a describirlo de la forma más concisa posible) la realización más cercana y más perfecta de las diversas formas de Verdad que el hombre puede alcanzar. Una idea parecida ciertamente poseía la mente de la señora Browning y pensaba que era el arte real el que ayudaba de cualquier manera al alma para contemplar a Dios, el artista supremo del universo. Sin embargo ni siquiera el Arte, era lo más alto, lo último:

Art is much, but Love is more!
O Art, my Art, thou'rt much, but Love is more!
Art symbolises heaven, but Love is God
And makes heaven.

Como solución para muchos de los problemas de la vida social Aurora Leigh debe ser revelada como un fracaso. Exhibe una sensibilidad maravillosa hacia los males que resultan de las condiciones imperfectas de la sociedad, pero no da muestra de poderes de reconstrucción. Su principal atractivo, después de su poesía, que se encuentra sin duda la primera, se halla en la serie de imágenes de la vida humana, en sus diferentes fases, que presenta, y también en su poder de análisis del corazón humano. La sinceridad es también una característica destacada de las revelaciones que hace; es una autobiografía en la que no se esconde nada, y el funcionamiento interno del corazón de una mujer nunca ha sido transcrito con mayor claridad. La falta de homogeneidad caracteriza a la narrativa, pero la especulación atrevida y un rico pensamiento se también impregnan las líneas. Hay más pasajes de noble y apasionada poesía en las portadas de este libro que en las de cualquier poema moderno de cierta longitud que podamos traer a la mente. Del nivel de la mediocridad ocasional pasamos a unas sublimes alturas imaginativas. En este poema que tenemos una posición ventajosa desde la que contemplamos el panorama de la vida humana, ilustrado por el sol del genio. Intentar extraer sus bellezas sería inútil; es un jardín en el que toda dulce flor se abre. Su aroma es una de las mejores fragancias de la literatura. O también, para cambiar la figura, el poema es como una mina que produce más y más a medida que la excavadora humana lo presiona. Cuando entra por primera vez en posesión contempla la rayas de color amarillo pálido que entrañan el dorado tesoro, pero es el posterior trabajo, el que saca a la luz el verdadero El Dorado.

La talla de Elizabeth Barrett Browning como poeta

Un gran resultado de la carrera literaria de la señora Browning ha sido refutar la afirmación de que las mujeres no pueden escribir verdadera poesía. Podríamos desechar tal burla de su trayectoria para siempre. Si hemos de creer a la tradición, Safo escribió los mejores versos que el mundo haya visto; pero nuestra propia generación ha contemplado el genio de la mujer ir incluso más allá. Ninguna mujer, por el momento, ha escrito una gran epopeya, o poesía dramática de primer orden; pero ¡cuán reducido es el número de hombres que han hecho esto! Lo que existe en la naturaleza de la mujer, sin embargo, para evitar que rivalicen incluso las más elevadas, no lo sabemos; todo lo que podemos decir es que el genio, la dote de los dioses, en su manifestación más trascendente, ha sido otorgada, hasta el momento, al hombre. Puede ser, sin embargo, que aún veamos el [489/490] halago femenino de nuestros grandes hombres; solo que, no se puede obtener, a menos que la mujer tenga un ámbito personal más amplio. Aún así, es muy interesante observar que, en este siglo XIX, esta poetisa ha demostrado la posibilidad de una futura igualdad. ¿Qué novelista, por ejemplo, ha hecho más concluyente su trabajo para encontrarse entre los más altos que George Eliot? ¿Cuántos de nuestros artistas han superado a Rosa Bonheur en sus propios dones? ¿Qué escritor ha mostrado una mayor amplitud de imaginación y poder que George Sand? Por último, ¿dónde está la poesía que puede considerarse superior a la de la señora Browning? En la poesía, la ficción y el arte, a cualquier nivel el hombre tiene poco de lo que jactarse desde los últimos cuarenta o cincuenta años. No queremos decir que este genio no haya superado, en casos concretos, al de la mujer, pero la diferencia no ha sido tan perceptible como en épocas anteriores. Ya no hay tanta diferencia entre la mujer y el hombre. La altitud de la primera ya no es, en comparación con la de él, la del Mont Blanc junto al Chimborazo. Es más que probable que nunca contemplaremos un Homero femenino, Platón, o Shakespeare; pero cualquier cosa menor puede ocurrir y con seguridad. Su pasión es tan profunda, si su ambición no fuera tan grande, como la del hombre. A medida que sus simpatías se ensanchan y ésta aguanta una mayor carga del mundo, la experiencia —que, en sus mayores profundidades y alcance más extendido, hasta ahora ha pertenecido en gran medida al hombre— que va a producir en su trabajo será tan potente y hermosa como la del hombre y poseerá los mismos poderes inherentes de la inmortalidad.

Mientras tanto, seamos solo para lo que ya ha logrado. Un examen desapasionado de los poemas de Elizabeth Barrett Browning puede, mantenemos, conducir solo a este resultado: que ella es igual a cualquier poeta de nuestro tiempo en el genio. En cualidades particulares puede parecer inferior a algunos de los que podríamos citar, y cuyos nombres saldrían por sí solos, pero para otros es tan indudablemente superior y hasta que podamos decidir cuál es mayor, Byron o Wordsworth, Shelley o Coleridge, Homero o Shakespeare, nos preocupa de no asignarle una posición exacta. No obstante, hay una cosa clara, su inmortalidad está asegurada: ella ya ha sido coronada. Mientras un corazón humano lata por otro, aun se la tendrá en alta estima. Su poesía es refina, disciplina, y eleva. Podríamos pensar que con ella, al igual que con una de sus personajes: "some grand blind Love came down, and groped her clasped her with a kiss; she learnt God that way". ¿Y quiénes fueron sus maestros? ¿Podemos pedirle eso al que dijo: “Earth's crammed with heaven, and every common bush afire with God?” La esmeralda de mil valles, bordados por los hilos de plata de ríos serpenteantes, la grandeza de las colinas eternas con su noble calma, el terrible oleaje del mar inquieto e insatisfecho, las estrellas que brillan a medianoche mirándonos como los ojos de los que amamos, sobre todo, el susurro de Dios, que emociona al corazón humano: estos eran sus fuentes y maestros, las fuentes de su eminente inspiración. Cantaba de todo en lo que los hombres podían ser más nobles, libres y puros. Su apoteosis sigue el derecho Divino con el de todos los líderes de la humanidad: Dios la dotó, y nosotros la exaltamos.

G. B. S.


Creado 2003; traducido 10 julio de 2015