[Traducción de Rebeca Cordero Sánchez revisada por Terri Ochiagha y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow. En los títulos de las obras no traducidas al castellano, la traductora indica con la anotación «Nota del Traductor (N. T.)» entre par�ntesis que la traducci�n de los mismos es obra suya. En caso contrario, la traductora se basa en las traducciones ya disponibles que figuran en el registro ISBN. Del mismo modo, en lo referente a las citas literarias, la traductora indica las traducciones disponibles en castellano. Aquellos casos en los que no se hace referencia a ninguna traducci�n previa, aluden a la labor traductora de Rebeca Cordero.]

Texto del Proyecto Gutenberg de 1894 edición)

Edward Lear, el artista, autor de Journals of a Landscape Painter y del adorable Book of Nonsense, que hizo delicias de sucesivas generaciones de niños, murió el domingo 29 de enero de 1888 en San Remo, Italia, lugar donde había vivido durante veinte años. Pocos nombres pudieron evocar mayor expresión de lamento tras su aparición en las columnas del obituario, pues hasta que su salud comenzó a deteriorarse fue conocido en un inmenso y casi cosmopolita círculo social, gozando de popularidad donde quiera que fuese. Aún menos nombres podrían suscitar un mayor y más profundo dolor ante su pérdida en la mente de sus más íntimos amigos, mezclado a la vez con los más hermosos recuerdos y añoranzas; pues resultaba imposible conocerle a fondo y no quererlo. Londres, Roma, países mediterráneos en general, Ceylon y la India aún continúan salpicados de supervivientes de su generación que persisten llorando su pérdida, pese a que, comparativamente, pasó sus últimos años en un fuerte retiro. Fue un hombre de memorable superioridad en su naturaleza [8/9], valiente, independiente, energético, dado a tener fuertes opiniones, a menudo formadas apresuradamente, a veces amargas o implacables; no siempre firme o certero en su juicio, pero siempre buscando la verdad de todo asunto, y guiándose por ella a pesar de las posibles consecuencias. Era completamente altruista, devoto de sus amigos, generoso incluso hasta la extravagancia con cualquiera que estuviese relacionado con sus fortunas o viajes; juguetón, alegre, ingenioso y ocurrente, pero no sin los ocasionales ataques de sombría depresión y nerviosa irritabilidad, los cuales eran afines a su temperamento.

Por grande y variado que sea el panorama de sus méritos, Lear apenas consiguió reconocimiento como pintor de paisajes. Frecuentemente realizó su trabajo por encargos privados, y raramente envió dibujos a la Academia u otras exposiciones. Sus paisajes más sobresalientes y mejor acabados no correspondían a su perfección técnica — a veces áspera o fría respecto a su color, o ruda en su composición, — pero eran siempre reproducciones impresionantes de un paisaje interesante o peculiar. En años posteriores él se calificaría como “artista topográfico;” y dicha definición era certera pero no exhaustiva. Lear tenía un ojo intuitivo y perfectamente entrenado para el carácter y la belleza de los trazos de las montañas lejanas, la solemnidad de las gargantas rocosas, la majestuosidad de una única montaña elevándose desde la base de una llanura o desde el mar; y era igualmente exacto plasmando las verdaderas formas de distancias medias y las especificaciones de los detalles de primer plano pertenecientes a las variadas islas que había recorrido como dibujante [9/10]. Algunos de sus dibujos muestran un dominio que rara vez ha sido igualado con respecto a las dificultades de pintar una inmensa llanura vista desde las alturas, extendiéndose inmediatamente desde el ojo del espectador hasta perderse en la vaguedad del horizonte. Sir Roderick Murchison solía decir que él era capaz de percatarse de las peculiaridades geológicas de un país tan sólo estudiándose los bosquejos de Edward Lear. Tal elogio era perfectamente justificado, y no todo paisajista podría ser tan dignamente calificado.

La elección de una profesión en Lear es cuanto menos una historia curiosa. Fue el vigésimo de los veintiún hijos de la familia, pero el infortunio provocó que desde una edad temprana fuese criado con los limitados recursos de una hermana mayor. Siendo muchacho siempre mostró un gran interés por los colores así como una predilección a estudiar minuciosamente libros de historia natural en vez de libros más acordes con su edad. Así pues se le ocurrió utilizar estos talentos infantiles para su propio provecho: pintaba sobre cartulina parejas de pájaros en ese estilo que ha sido llamado entre las personas más mayores tintura o tinte oriental, las llevaba a una tienda pequeña y las vendía por cuatro peniques. La amabilidad de sus amigos, a los cuales siempre estaría agradecido, le proporcionó la oportunidad de un estudio más serio y provechoso, y se convirtió en un paciente y preciso dibujante zoológico. Muchos de los pájaros de los magníficos folios de Gould fueron dibujados por Lear en sus primeros volúmenes. Hace algunos años había águilas todavía vivas en el Zoológico de los jardines de Regent�s Park a las cuales Lear podría señalar con la familiaridad de viejos amigos, por haberlos pintado con enorme diligencia desde las garras hasta el pico cincuenta años antes. Lear alternaba la afabilidad de este trabajo con tareas más desagradables en hospitales, pintando las peculiaridades de la enfermedad o la deformidad. Un día mientras pintaba afanosamente el retrato de un pájaro en los Jardines Zoológicos, un anciano se acercó a observarlo por encima del hombro, inició una conversación y le dijo finalmente: “Debe usted venir a dibujar mis pájaros en Knowsley.” Lear no sabía donde se situaba Knowsley, o qué significaba; pero el anciano caballero era el decimotercer Conde de Derby. Así, los sucesivos Condes de Derby se encontrarían entre los más grandes y generosos patrones en la vida de Lear. Éste fue a Knowsley, y los dibujos de “Knowsley Menagerie” (un peculiar trabajo hoy en día muy valorado entre coleccionistas) fueron fruto de su mano. En Knowsley, Lear se convirtió en un favorito permanente; y fue allí donde compuso en prolífica sucesión sus maravillosas y encantadoras series de rimas completamente disparatadas y sus dibujos. Lear había empezado seriamente a estudiar paisaje. Cuando los inviernos ingleses empezaron a amenazar su salud, Lord Derby le concedió una cuota que le permitió ir a Roma como estudiante y artista, y sin duda alguna sus recomendaciones entre la sociedad anglo-romana le proporcionaría las bases de una numerosa client�le. Sería durante estos veranos romanos [10/11] cuando Lear empezó a ejercitar su gusto por el pictorial wandering (paseos ilustrados), algo que se convertiría en un hábito y una pasión: llenar vivos y abundantes cuadernos según marchaba, e ilustrarlos con precisos y enérgicos dibujos. Su primer volumen de “Excursiones Ilustradas en Italia” ("Illustrated Excursions in Italy"), publicado en 1846, fue dedicado con gratitud a su patrón Knowsley.

Sólo aquellos que viajaron con él podrían saber el agradable compañero que era para aquellos hombres con gustos similares a los suyos. No todos podían explorar con él; pues tan inconteniblemente ávido era de no perder ni un minuto que pudiera poner a disposición de recolectar las más bellas e interesantes tierras por las que viajaba, que era completamente negligente con respecto a la salud o la comodidad. Calabria, Sicilia, el desierto del Sinaí, Egipto, Nubia, Grecia y Albania, Palestina, Siria, Athos, Candia, Montenegro, Zagóri (¿quién sabe ahora dónde está o estaba Zagóri?), fueron explorados a fondo y esbozados por él. Antes de ponerse con la tarea, leía insaciablemente las guías turísticas e historias reconocidas de los países que tenía intención de dibujar; y sus itinerarios publicados están marcados por una gran fuerza e interés literario, independientemente de las ilustraciones. Y obtuvo su recompensa. No cualquier periodista o dibujante podría haber despertado en Tennyson un tributo tal como las líneas que le dedicó en "To E.L. on his Travels in Greece" (“A Edward Lear, en sus Viajes a Grecia”): — [11/12]

Bosques de Iliria, haciéndose eco
de la caída resonante del agua, hojas de vidrio estival, el largo y divino paso de Peneïan,
las vastas paredes de Akrokeraunia,

Tomorit, Monte Athos, todo lo justo y clemente,
con tal lápiz, tal pluma, Usted sombrea los hombres distantes,
yo he leído y sentí estar allí presente.

"Illyrian woodlands, echoing falls
Of water, sheets of summer glass, The long divine Peneïan pass, The vast Akrokeraunian walls,

"Tomohrit, Athos, all things fair,
With such a pencil, such a pen, You shadow forth to distant men, I read and felt that I was there."

Lear era un hombre para quien, como el Ulysses de Tennyson,

“Toda experiencia es un arco a través del cual
refulgen destellos de un mundo no explorado.”

"All experience is an arch wherethrough
Gleams that untravelled world."

Después de instalarse en San Remo, y cuando él tenía casi sesenta años de edad, Lear estaba determinado a visitar la India y Ceylon. Pero al poco de comenzar, falló, encontrándose tan enfermo en Suez que no tuvo más remedio que dar la vuelta y volver. No obstante, al año siguiente sí que lo consiguió y trajo consigo miles de dibujos de las vistas más asombrosas de las tres Presidencias y de la isla tropical. Su avidez por los viajes continuó creciendo a la vez que la fomentaba; y aunque odiaba los largos viajes por mar, solía contemplar seriamente la posibilidad de ir a visitar a sus parientes de Nueva Zelanda. Sin embargo, se puede afirmar sin temor a equivocarse que ningún miramiento podría haberle tentado a visitar las regiones árticas:

Una dura vida de trabajo, accidentada por las extrañas aventuras que le suceden a los extravagantes y aventureros pero que pasan por alto a los ordinarios; una carrera iluminada por el gran reconocimiento de críticos intachables; iluminada, hasta sus últimos tiempos, por una agradable sociedad y buenos [12 / 13] deseos de innumerables amigos; entristecido por la creciente presión de la mala salud y la soledad; aclamado por su constante confianza en el amor y la simpatía de quienes mejor lo conocían, — tal era la vida de Edward Lear. The London Saturday Review, Feb. 4, 1888.

A hard-working life, checkered by the odd adventures which happen to the odd and the adventurous and pass over the commonplace; a career brightened by the high appreciation of unimpeachable critics; lightened, till of late, by the pleasant society and good [12/13] wishes of innumerable friends; saddened by the growing pressure of ill health and solitude; cheered by his constant trust in the love and sympathy of those who knew him best, however far away, — such was the life of Edward Lear. The London Saturday Review, Feb. 4, 1888.

Entre los escritores que, con desigual éxito, se han esforzado en los últimos treinta o cuarenta años a despertar la alegría de la “generación naciente” del momento, Mr. Edward Lear ocupa el primer lugar en antig�edad, si no en mérito. Padre de los escritores modernos de nonsense (dispates, tonterías), se distingue de todos sus seguidores e imitadores por la consistencia superior con la que se ha ceñido a su objetivo, — el de divertir a sus lectores con fantásticas incongruencias, tan vacías de vulgaridad o cinismo como incapaces de ser hechas para albergar un significado simbólico. “Nunca se desvía hacia el sentido;” pero aquellos que lo aprecian nunca sienten la necesidad de tal desviación. Él tiene ingenio para la acuñación de nombres y palabras absurdas que, incluso cuando son propuestas por las exigencias de su metro, tienen una ridícula conveniencia para el asunto en cuestión. Su verso es, con la excepción de un cierto número de rimas cockney, maravillosamente fluido e incluso melódico — o, como decía él, meloobious — mientras que a todas estas calificaciones finalmente habría que añadir el alegre don de la expresión pictórica, lo que permitía doblar, más aún, cuadriplicar a menudo el [13/14] efecto risible de su texto mediante una profusión inagotable de los diseños más pintorescos. Hablando en general, estos diseños son, por así decirlo, una idealización de los esfuerzos de un niño inteligente; pero de vez en cuando — como en el caso de la absurdidad botánica — Mr. Lear nos recuerda el artista genuino y agraciado que es realmente. La ventaja de un humorista capaz de ilustrar su propio texto ha sido demostrada en el caso de Thackeray y Mr. W. S. Gilbert, por mencionar dos ejemplos conocidos; pero en ningún otro ejemplo de tal combinación se ha creado la genialidad que se encuentra en los dibujos absurdos de Mr. Lear. Hemos mencionado antes la melodía en los versos de Mr. Lear, una cualidad que los convierte en óptimos para la creación musical, lo que no ha escapado a la atención del propio autor. Hemos escuchado también gratas versiones, presumiblemente por otros compositores, sobre las aventuras de la Mesa y el Presidente, y del crucero de la Lechuza y el Gatito — el último introducido en el "drawing-room entertainment" de uno de los seguidores de John Parry. En estos días donde efectivamente abundan las adaptaciones, sorprende que no haya salido algún libretista emprendedor que haya intentado crear una ópera cómica para niños a partir de los materiales ofrecidos en los cuatro libros a los cuales ahora nos referimos. El primero de éstos, publicado originalmente en 1846, y cuya versión ampliada salió en 1863, está exclusivamente dedicado a versos disparatados de un mismo tipo. Mr. Lear es prudente declinando el mérito de haber creado este tipo de verso, pues como nos dice en el prefacio [14/15] de su tercer libro “el comienzo de las líneas, �Había un anciano de Tobago,� me fueron sugeridas por un valioso amigo como una forma de verso que conduce a una variedad ilimitada de Rimas y Dibujos” ("the lines beginning, 'There was an old man of Tobago,' were suggested to me by a valued friend, as a form of verse leading itself to limitless variety for Rhymes and Pictures.")

Desestimando esta cuestión sobre la autoría de “Había un anciano de Tobago,” nos proponemos dar algunas muestras del poder proteico de Mr. Lear como se manifiesta en la variación de este paradigma simple. Aquí, para empezar, se encuentra su verso favorito, y nos agrada mucho tener la oportunidad de comentarlo, puesto que a menudo es incorrectamente citado, siendo “gallos” sustituido por “búhos” en la tercera línea:

Hubo en tiempos un anciano con barba,
Que exclamó, “¡Esto es tal como temía!
Dos Búhos y una Gallina,
Cuatro Alondras y un Reyezuelo,
¡Todos crearon sus nidos en la barba mía!”

There was an Old Man with a beard,
Who said, “It is just as I feared!
Two Owls and a Hen,
Four Larks and a Wren,
Have all built their nests in my beard!'"

Con ese fatalismo amable del que es distintiva la estrofa anterior, el sentimiento de nuestro próximo extracto es, en cambio, su vivo contraste:

Había una vez un árbol de corteza vieja,
terriblemente aburrido por una abeja;
Cuando le preguntaron, “¿Acaso zumba?”
Él respondió, &ldquo¡Sí que lo hace!
Pues tan sólo se trata de una vulgar abeja.”

There was an Old Man in a tree,
Who was terribly bored by a bee;
When they said, “Does it buzz?”
He replied, &ldquoYes, it does!
It's a regular brute of a Bee.”

Al verso precedente se le añade un interés histórico, si, así fuera, estamos en lo cierto al suponer que inspiró a Mr. Gilbert en su famoso “Rimas Disparatadas en Verso Blanco” ("Nonsense-Rhyme in Blank Verse"). Citamos de memoria:

Hubo una vez un Anciano de San Abejas,
Al cual una avispa en el brazo picó.
Cuando le preguntaron, “¿Acaso duele?”
Él respondió, “No, no duele,
¡Mas todo el rato pensé que era un avispón!”

There was an Old Man of St. Bees,
Who was stung in the arm by a wasp.
When they asked, “Does it hurt?”
He replied, “No, it doesn't,
But I thought all the while ‘twas a Hornet!”

Pasando por alto las líneas concernientes al “Joven” de Creta, al cual se le aplica el epíteto “ombliferous”, se nos perdonará — a raíz de la proximidad geográfica de los dos citados países — por citar a dos estrofas que en realidad están separados por muchas páginas: —

Hubo una vez una joven de Noruega,
que se sentaba en la entrada casariega;
Si la puerta la estrujaba
“¿Qué hay de eso?” replicaba,
Esta valiente joven dama de Noruega.

Una vez existió una dama en Suecia,
que partió en un lento tren hacia Weedon,
Cuando le avisaron, “¡Weedon, la estación!”
Ella no hizo ninguna observación,
Mas pensó en regresar a Suecia.

There was a Young Lady of Norway,
Who casually sat in a doorway;
When the doors queezed her flat,
She exclaimed, 'What of that?”
This courageous young person of Norway.

There was a Young Lady of Sweden,
Who went by the slow train to Weedon;
When they cried, 'Weedon Station!”
She made no observation,
But thought she should go back to Sweden.

Una característica notable de este primer libro y que nos parece que le es peculiar, es el duro trato que las excentricidades de los habitantes de ciertas ciudades parecen sufrir a manos de sus compatriotas residentes. Nada menos que tres personas son “aplastadas” — el Anciano de Whitehaven “que bailaba una contradanza con un Cuervo,” el Viejo Buda y el Viejo Anciano con un gong “quien lo tocaba a lo largo de todo el día,” aunque en el último caso mencionado admitimos que efectivamente había una provocación considerable por su parte. Antes de abandonar el primer “Nonsense-Book,” querríamos indicar que contiene una o dos formas que son interesantes; por ejemplo, “scroobious,” lo que consideramos como una palabra Portmanteau (palabra híbrida), y “spickle-speckled,” una de las formas favoritas de reduplicación en Mr. Lear, y de las cuales el mejor ejemplo se encuentra en su último libro, [16/17] "He tinkledy-binkledy-winkled the bell." El segundo libro, publicado en 1871, muestra a Mr. Lear en la madurez del absurdo más dulce, y tal vez sea el volumen preferido de los lectores adultos. Las disparatadas canciones son todas excelentes, y “La Historia de los Cuatro Niños que Dieron la Vuelta al Mundo” ("The Story of the Four little Children who went Round the World") es la obra más exquisita de esa extravagancia imaginativa por la que el presente autor es conocido. Pero antes de llegar a eso, citemos algunas líneas procedentes de "The Jumblies," que como todo el mundo sabe, fueron a navegar en un cedazo: —

“Bogaron estentóreos por mares hiperbóreos
Hacia parajes repletos de boscaje,
Con un búho y una carreta por todo equipaje,
Y una libra de arroz y unas empanadas
-amén de un panal de plateadas abejas —
Y compraron un marrano, y verdinegras cornejas,
Y un hermoso simio de garras almibaradas,
Y cuarenta botellas de aguardentosas sales
Y un sinfín de quesos de Cabrales.
Lejanos y raros, muy raros y lejanos,
son los países que los Jumblies,
sus verdes cabezas, y sus dedos enanos,
atravesaron, con riesgo de sus días.

Regresaron tras veinte años de vida errática y todos dijeron:
“Han crecido de forma espeluznática,
Pues han ido a los Lagos y al Hemisfero Torritremebundo,
y a las Colinas del Tedio Nauseabundo” (Serra y Jordá, p. 73)

"They sailed to the Western Sea, they did,
To a land all covered with trees.
And they bought an Owl, and a useful Cart,
And a pound of Rice, and a Cranberry Tart,
And a hive of silvery Bees. And they bought a Pig,
and some green Jack-Daws,
And a lovely Monkey with lollipop paws,
And forty bottles of Ring-Bo-Ree,
And no end of Stilton Cheese.
Far and few, far and few, v Are the lands where the Jumblies live.
Their heads are green, and their hands are blue,
And they went to sea in a sieve.

And in twenty years they all came back,
In twenty years or more, And every one said, 'How tall they've grown!
For they've been to the Lakes, and the Torrible Zone,
And the hills of the Chankly Bore.'"

Respecto a la excursión a pie de “La Mesa y la Silla”, no podemos resistirnos a no hacerle una pequeña mención, si bien aquí, como en todos los casos, la imposibilidad de mostrar también los dibujos es una triste desventaja: — [17/18]

"Así que ambas se fueron pian piano
y dieron un garbeo ciudadano,
tropezando al subir a las aceras
como niños carentes de andaderas.
Y, al ver a la pareja que pasaba,
todo el mundo reía y exclamaba:
“¡Mirad quién ha salido de paseo!v ¡Caray, si no lo veo, no lo creo!”
Pero al salir del casco vecinal
para ver un castillo medieval,
el rumbo extraviaron sin remedio
y vagaron, perdidas, día y medio;
hasta que, deseando regresar,
a un Pato consiguieron contratar,
y a un negro Escarabajo y a un Ratón,
que las llevaron pronto a su mansión.
Dijéronse una a otra, susurrando:
“¡Oh, querida hermanita, dime cuándo
has dado otro paseo tan divino!
¡Cenemos habichuelas y tocino!”
Y así, el Pato y el negro Escarabajo
y el buen Ratón bailaron boca abajo,
hasta que, fatigados de bailar,
tambaleando se fueron a acostar."
[Santerbás, pp. 122-23]

"So they both went slowly down,
And walked about the town,
With a cheerful bumpy sound,
As they toddled round and round.
And everybody cried,
As they hastened to their side,
'See, the Table and the Chair
Have come out to take the air!'
"But in going down an alley
To a castle in a valley,
They completely lost their way,
And wandered all the day,
Till, to see them safely back,
They paid a Ducky-Quack,
And a Beetle and a Mouse,
Who took them to their house.
"Then they whispered to each other,
'O delightful little brother,
What a lovely walk we've taken!
Let us dine on Beans and Bacon!'
So the Ducky and the leetle
Browny-Mousy, and the Beetle
Dined, and danced upon their heads,
Till they toddled to their beds."

“La Historia de los Cuatro Niños que Dieron la Vuelta al Mundo” sigue a continuación, y la manera en que se ocupan de ellos mismos mientras están el barco será transcrita para el beneficio de aquellas personas desafortunadas que no hayan leído el original detenidamente: “Durante el día, Violet se dedicaba principalmente a echar agua salada dentro de una mantequera, mientras sus tres hermanos la batían enérgicamente con la esperanza de que se convirtiera en mantequilla, lo que casi nunca, por no decir nunca, llegó a suceder.” (“During the day-time Violet chiefly occupied herself in putting salt-water into a churn, while her three brothers churned it violently in the hope it would turn into butter, which it seldom if ever [18/19] did.” Tras estar viajando un rato, vieron una isla a lo lejos, “y, cuando se hubieron acercado, comprobaron que se trataba de una isla de agua completamente rodeada de tierra. Estaba, además, bordeada por istmos evanescentes, y fluía en torno suyo la gran Corriente del Golfo de México, por lo que era una isla perfectamente hermosa y no tenía más que un solo árbol, de 503 pies de altura” [“and when they came to it they found it was an island made of water quite surrounded by earth. Besides that it was bordered by evanescent isthmuses with a great Gulf-Stream running about all over it, so that it was perfectly beautiful, and contained only a single tree, five hundred and three feet high.”] Posteriormente, en otro pasaje leemos como “más adelante, los cuatro niños llegaron a un país en el que no había casas, sino tan sólo un número increíblemente innumerable de grandes botellas sin corchos, de un deslumbrante y delicado color azul. Cada una de esas botellas azules contenía un Moscardón Azul, y todos estos interesantes animales suelen vivir siempre juntos en copiosa y rústica armnía, hasta el punto de que no sería fácil encontrar en muchas partes del mundo tan perfecta y abyecta felicidad.” [&lquo;by-and-by the children came to a country where there were no houses, but only an incredibly innumerable number of large bottles without corks, and of a dazzling and sweetly susceptible blue color. Each of these blue bottles contained a bluebottlefly, and all these interesting animals live continually together in the most copious and rural harmony, nor perhaps in many parts of the world is such perfect and abject happiness to be found.” Nuestra última cita de este inimitable recital será la descripción de su aventura en un gran avión donde ellos espiaron un objeto que, “cuando se hubieron acercado y tras una minuciosa inspección cutánea, les pareció algo así como una gran peluca blanca aposentada en un sillón hecho de bizcochuelos y valvas de ostras.” [“on a nearer approach and on an accurately cutaneous inspection, seemed to be somebody in a large white wig sitting on an arm-chair made of sponge-cake and oyster-shells.ldquo;] Ésta resultó ser la “Coliflor Co-operativa,” quien,

mientras los viajeros del barco la contemplaban con una mezcla de afecto y desagrado, la Coliflor se incorporó repentinamente y, de una manera un tanto gordinflosa, corrió hacia el sol poniente, apoyándose en dos super-impepinables Pepinos privados [19/20] ... hasta que finalmente desapareció por el margen occidental del cielo en medio de una nube cristalina de arena durífica. Como es natural, tan notable espectáculo impresionó profundamente a los cuatro niños, que regresaron inmediatamente al barco con una intensa sensación de asma subdesarrollada y un gran apetito. [Santerbás, p. 83-93]

[while the whole party from the boat was gazing at him with mingled affection and disgust ... suddenly arose, and in a somewhat plumdomphious manner hurried off towards the setting sun, his steps supported by two superincumbent confidential cucumbers [19/20] ... till he finally disappeared on the brink of the western sky in a crystal cloud of sudorific sand. So remarkable a sight of course impressed the four children very deeply; and they returned immediately to their boat with a strong sense of undeveloped asthma and a great appetite.

En un prefacio en su tercer libro Mr. Lear tiene ocasión de repudiar la acusación de albergar cualquier otro motivo más allá del “sin sentido puro y absoluto” en cualquiera de sus versos o imágenes, y cuenta una deliciosa anécdota ilustrativa acerca del “absurda y persistente historia” de que el conde de Derby fue el autor de su primer “Nonsense-Book”. En este volumen se vuelve una vez más a esa forma familiar que adoptaba durante sus primeros esfuerzos, sin apenas desprenderse de ella. Debe ser comentado que la tercera división está dispuesta en "Veintiséis Rimas Sin Sentido e Imágenes,” aunque es de notar que en esta colección la rima es tan inexistente como la razón. Nuestras ilustraciones favoritas son las de la “Serpiente Scroobious que siempre llevaba un Sombrero en la Cabeza, por temor a que pudiera morder a nadie,” [“Scroobious Snake who always wore a Hat on his Head, for fear he should bite anybody,”] “Buitre Visiblemente Vicioso que escribió unos Versos a una Chuleta de Ternera en un Volumen encuadernado en Pergamino" [“Visibly Vicious Vulture who wrote some Verses to a Veal-cutlet in a Volume bound in Vellum.”]

En el cuarto y último libro de Mr. Lear, nos encontramos no sólo con palabras ya conocidas, sino también personajes y lugares familiares, viejos amigos como los Jumblies, el Yonghy-Bonghy-Bo, la Wangle Quangle, las colinas de la Bore Chankly, y la gran llanura de Gromboolian, así como nuevas creaciones tales como el Dong de nariz luminosa, cuya historia es una especie de sinsentido [20/21] versionado del amor de Nausicaa a Ulises, sólo que se invierten los sexos en esta ocasión. En estos versos, la fantasía etérea está tan sutilmente entrelazada con los disparates que casi nos induce a sentir un interés real en las creaciones absurdas de Mr. Lear. Así que de nuevo el coro Pelícano nos muestra algunas líneas con encanto: —

Por el día pescamos, y por las noches permanecemos
En extensas playas desnudas de dorada arena.
Y cuando el sol va hundiéndose lentamente,
Y las grandes paredes de roca se tornan oscuras y pardas,
Cuando el río púrpura corre rápido y tenue
y la Ibis de marfil, como si de estrellas estuviera cubierta,
entonces bailamos alrededor, ala con ala, etc.

By day we fish, and at eve we stand
On long bare islands of yellow sand.
And when the sun sinks slowly down,
And the great rock-walls grow dark and brown,
When the purple river rolls fast and dim,
And the ivory Ibis starlike skim,
Wing to wing we dance around, etc.

Los otros poemas sin sentido son todos óptimos, mas no tenemos espacio para citaciones adicionales, y por último terminaremos por apartarnos de nuestro tema para proponer a continuación la siguiente serie de preguntas de examen que un amigo muy versado en los libros de Mr. Lear ha elaborado para nosotros: —

1. Tras el estudio de las obras de Mr. Lear, ¿qué características comunes podrías distinguir en los habitantes de Gretna, Praga, las Termópilas, Wick, y Hong Kong?

2. Explica brevemente qué acontecimientos históricos están relacionados con Ischia, Chertsey, Whitehaven, Boulak, y Jellibolee.

3. Comenta con ejemplos el uso que hace Mr. Lear de las siguientes palabras: Runcible, propitious, dolomphious, borascible, fizzgiggious, himmeltanious, tumble-dum-down, spongetaneous.

4. Enumera con precisión todos los animales que vivían en el sombrero de la Wangle Quangle, y explica cómo la Wangle Quangle permitió rápidamente iluminar a sus cinco compañeros de viaje respecto a la verdadera naturaleza de la Coliflor Cooperativa.

5. ¿Cuáles fueron los nombres de las cinco hijas del [21/22] Anciano de China, y cuál fue el motivo por el que el Anciano de Dargle compró seis barriles de gárgaras?

6. Recolecta la información que aparezca sobre el Rey Xerxes en las obras de Mr. Lear y establece tu teoría, si tienes alguna, respecto al personaje y la apariencia de Nupiter Piffkin.

7. Realiza dibujos de la pulga del pudding de ciruela, del Oso Floppsikon Moppsikon, y indica quién utilizó por primera vez tinas impermeables.

8.

"There was an old man at a station
Who made a promiscuous oration."

(Una vez un anciano en una estación hizo un discurso promiscuo) ¿Qué relación podríamos asumir de la rima anterior a cerca de las opiniones políticas de Mr. Lear? — The London Spectator.

Fuente

Textos de los cuatro libros de “nonsense” del Proyecto Gutenberg con sus ilustraciones, elaborado por Dave Newman, Ben Courtney, A. Deubelbeiss, y Stan Goodman.


Edward Lear

Lodificado por última vez el 8 marzo de 2008; traducido diciembre 2009