[Traducción de Emma Haley revisada por Asun López-Varela revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]

n su aportación a la discusión sobre la «Cuestión de la Mujer», Corelli atribuye a las mujeres una relativa superioridad moral sobre los hombres, pero opta por mantener el rol tradicional de éstas como consejeras y fuentes de placer. Para ella, el función de la mujer dentro del matrimonio es tener «deseo de agradar» y «cautivar» al hombre, «ganarse su corazón, ligarlo a sí misma con un millón de atenciones, entrar en su mundo de una manera irreversible» («Eve», 159). Su cometido en el amor es, para Corelli, «la mejor parte de la vida de una mujer» (Ibid., 160): compensar su masculinidad con sus características naturales de mujer. Estos atributos son: un carácter «bello, frágil, confiable y amoroso» (Ibid., 160), «coquetería [ . . . ] ternura [ . . . ] persuasividad, [y] una gracia y belleza inconscientes» (Woman, 7), «encanto, un aire elegante, elocuencia y moderación» (Ibid., 23).

Como se ha visto, Corelli acepta los roles de género como algo natural e inamovible, lo que inevitablemente incide en su visión sobre el sufragio femenino, e ilustra su mentalidad con el panfleto anti-sufragista Woman, — or Suffragette (Mujer o sufragista) y el artículo "The Advance of Woman" (El avance de la mujer). Según Corelli, la naturaleza subraya los contrastes, y las (para Corelli siempre violentas) sufragistas traicionan la educación femenina y se muestra en una alianza más cercana a los hombres que a sus propias congéneres.

Cuando rompe los grilletes oxidados y salta a vida gloriosa de los libres, la Mujer tiene que recordar y luchar por algo muy importante, algo que ella es y que de algún modo tiende a olvidar en su nueva condición de emancipación. Mientras lucha y trata de afianzar su igualdad intelectual con el Hombre debe tener en cuenta que sólo puede asegurar esta posición si mantiene y protege la gran Desigualdad que los diferencia en todos los sentidos. Una mujer debería imitar sólo la independencia y el individualismo de los hombres y evitar sus modas en el vestir, sus modos al hablar y sus modales. Una mujer que lleva ropa «masculina», fuma, parlotea en jerga, juega a cartas y bebe brandy con soda a la menor incitación está perdida tanto como hombre como como mujer, y pierde toda su sensualidad. En cambio la mujer cuyo vestido es siempre favorecedor y elegante, cuya voz es siempre apropiada, cortés, uniforme y tierna, que aumenta su belleza natural con una combinación perfecta de modales exquisitos, reputación intachable y buena capacidad intelectual, se eleva no sólo hasta el nivel del hombre, sino que va mucho más allá y se convierte en su Diosa y su Devoción. Los hombres adoran lo que no pueden imitar.» ["Advance", 182-183]

Corelli defiende que si las mujeres usaran apropiadamente su poder natural sobre los hombres, no habría necesidad de un movimiento político, por lo que la lucha de las sufragistas por el voto no es para ella más que una manifestación de la pérdida del tacto y la influencia femeninos.

Para mí, el solo deseo de acceder al voto por parte de la Mujer no es más que una confesión de debilidad, una prueba de que ha perdido terreno y ya no está segura de sí misma, porque si realmente la mujer es una Mujer (si posee la herencia natural de su género que es el poder místico de persuadir, cautivar y subyugar a los hombres) no necesita inmiscuirse en sus juegos políticos, pues es la que realmente lleva las riendas del Gobierno. Digan lo que digan, el hecho es y sigue siendo que los hombres no son más que representantes de las mujeres. Ningún hombre va a poder nunca deshacerse de la influencia de la mujer a la que está más íntimamente conectado, ni en el campo de los negocios, ni en el placer. Para bien o para mal, ella tiñe toda su vida. [Woman, 14]

Y alimenta su defensa de los poderes de seducción de la mujer con una imagen inquietante:

Una mujer realmente inteligente se queda sentada en su casa . . . y como una araña teje una bonita red rosada y dorada salpicada con rocío de diamantes. Las moscas (o los hombres) caen en su red a decenas . . . y ella los tiene a todos prisioneros de su placer con una hebra de seda fina como un pelo. La naturaleza le otorgó este «derecho» al nacer, y si ella sabe explotarlo bien tendrá siempre su red llena; pero no debe tejer esta red y atrapar a las moscas (influir en los hombres) sólo para su propia diversión y beneficio, sino que debe adoptar una visión más amplia y usar su poder ilimitado para beneficio y mejora del mundo. [31]

Amo a mi propio sexo, y me siento realmente emocionada con cada paso que da la mujer hacia la cultura, la libertad, el progreso y el dominio moral e intelectual de sí misma. Me involucraría en cualquier movimiento hacia su paz y felicidad, pero honestamente no creo que los métodos violentos e innaturales puedan llevar a ese fin. El propósito de la mujer en su vida no es luchar contra los hombres, ni dejar que los hombres se enfrenten a ella, sino simplemente conquistarlo y mantenerlo subyugado sin amenazas ni golpes. Las mujeres sabias lo hacen y siempre lo han hecho, sólo las necias no saben imponerse. [27]

Así es como Corelli determina rotundamente:»no voy a luchar, ni quiero» ("Eve", 156).

Bibliografía

Corelli, Marie. "Accursèd Eve". Free Opinions Freely Expressed on Certain Phases of Modern Social Life and Conduct. London: Constable, 1905. 152-161.

Corelli, Marie. "The Advance of Woman". Free Opinions Freely Expressed on Certain Phases of Modern Social Life and Conduct. London: Constable, 1905. 169-184.

Corelli, Marie. Woman, — or Suffragette? A Question of National Choice. London: Pearson, 1907.


Última modificado 29 de agosto 2008; traducido 17 diciembre 2010