Como empirista, John Stuart Mill suscribía la noción de que todo conocimiento se adquiere a través de la experiencia y que las ideas innatas y preceptos morales no existen.

Abogado liberal

Mill abogó por el Utilitarismo en la ética. Creía que cada acto realizado debía lograr la mayor felicidad para el mayor número de personas. Sin embargo, defendía los derechos individuales pidiendo más poder y libertad para las mujeres. Mill sostiene que en el pasado el peligro había sido que los monarcas tenían el poder a expensas del pueblo, y que la lucha era la forma de ganar libertad y limitar el poder gubernamental. Pero ahora que el poder ha pasado en gran medida a manos del pueblo a través de formas democráticas de gobierno el peligro está en que la mayoría niega la libertad individual, ya sea explícitamente a través de leyes, o sutilmente a través de la moral y la opinión pública.

Un fuerte defensor del liberalismo, Mill, creía que:

Para Mill, el hombre puede hacer cualquier cosa siempre que no hiera a sus semejantes al hacerlo. En tal caso, el gobierno no tiene derecho a interferir, ni siquiera por su propio bien. La función primaria del gobierno según Mill es proteger a la gente del fraude, de su defensa en caso de guerra, de su seguridad en la paz, proteger contra la violencia y asegurar la seguridad.

El poder tiene como único propósito ser ejercido legítimamente por cualquier miembro de una comunidad civilizada, y puede ser ejercido contra su voluntad para evitar daño a otros. Su propio bien, ya sea físico o moral, no es justificación suficiente. Legítimamente nadie puede ser obligado a actuar o abstenerse por su bien, felicidad personal o porque según la opinión de otros sea lo más acertado o correcto. Estas son buenas razones para discutir, razonar, persuadir, suplicar, pero no para obligar ni tratar con maldad en caso de que se decida actuar de otra manera. La conducta disuasoria deseable debería calcularse con el fin de producir el menor daño posible a otras personas. (Sobre la libertad, capítulo 1)

Sus artículos sobre ***Bentham and on Coleridge, publicados en 1838 y 1840 respectivamente, dieron a conocer la variedad de sus puntos de vista filosóficos y una nueva independencia mental que es la clave para el entendimiento del propio pensamiento de Mill. Alude a Bentham como un genio constructivo que había sacado a la luz por vez primera un sistema de ideas formalmente caóticas. Mill asume que para entender los aspectos más profundos y sutiles de la vida uno no debe seguir a los escritores de la tradición empírica sino a pensadores de una escuela totalmente diferente. Las ideas de Mill se ven enriquecidas por los las obras de Coleridge, por su asociación e influencia en otros escritos. Sin embargo, esto no supuso un cambio fundamental en su punto de vista filosófico. De hecho fue su posterior enfermedad la que cambió su modo de pensar filosófico.

Los críticos de Mill

No todo el mundo compartía sus convicciones. Sir Karl Popper afirma que los seres humanos son individuos y que un grupo de ellos es sólo eso, un grupo de individuos; y que el grupo no toma una vida diferente. La sociedad no es una criatura independiente del conjunto de leyes separadas de las vigentes. Popper pensaba que Mill estaba equivocado al tratar a los grupos humanos como si fuesen cuerpos físicos o biológicos de forma que el método científico pudiese aplicarse a anticipar el futuro.

Otros pensadores opinaban que Mill trataba sus afirmaciones como si tuvieran una autoridad científica y hubieran sido demostradas, cuando no era así. Pensaban que los principios fundamentales de Mill no tenían ni autoridad ni prueba filosófica y que para lo que denomina principios fundamentales (fundamental principles) no existen pruebas ni autoridad filosófica, sino solo intenciones de actuación, resultado de aseveraciones sobre el conocimiento de la naturaleza del mundo, y de la dirección que el deber de los hombres debe tomar

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Última modificación el 6 de noviembre de 2000 y traducido en 22 de marzo 2012