La importancia de la escritura del periodo victoriano constituye, hasta un extremo considerable, el producto de una doble conciencia, dado que fue una literatura que respondió con gran inmediatez a las necesidades de la época y al particular estado de ánimo que había crecido en el seno de una sociedad en busca de adaptación ante las condiciones de la vida moderna. Las ideas de los escritores victorianos siguen siendo relevantes e interesantes para el siglo XX precisamente porque los problemas que asediaron al mundo de hace un siglo aún conservan su urgencia y esperan solución. Cualquier tipo de literatura que perdure, sin embargo, debe trascender el interés contemporáneo. La desaprobación crítica en la que tantos escritos victorianos han caído se puede rastrear hasta la noción persistente de que los literatos de aquella época suscribieron en demasía valores con los que nuestro tiempo ha dejado de empatizar. No obstante, esta visión ignora el hecho de que casi todos los escritores victorianos eminentes estuvieron a menudo enfrentados con su era, y de que en sus mejores obras habitualmente no apelaron a favor, sino en contra de las convenciones imperantes en la misma. El lector que se acerca a los victorianos sin parcialidad se siente sorprendido una y otra vez por el tono subyacente de desconcierto que prevalece con tanta asiduidad y que generalmente se asume como característico del periodo. Más tarde o más temprano, el lector comienza a preguntarse si existe algo tal como un escritor victoriano representativo, o en cualquier caso, si lo que le convierte en representativo no es esa misma cualidad de la intransigencia como resultado de la cual repudió a su sociedad y buscó refugio del espíritu de su época en el ordenado y mejor reino de la conciencia interior. Sin embargo, dado que cualquier tendencia por exaltar la conciencia individual a expensas de las actitudes convencionalmente establecidas va en paralelo con el concepto del papel del artista que la era victoriana intentó imponer a sus escritores, se generó un conflicto que con demasiada frecuencia se ha pasado por alto, pero que debe tomarse en cuenta cuando se quiere alcanzar una evaluación satisfactoria de la literatura victoriana. Éste fue un conflicto demostrable dentro de la obra de los mismos literatos, patente en la conciencia pública sobre el hombre de letras que destacó como el portavoz literariamente acreditado de [ix/x] la sociedad.


Modificado por última vez en enero del año 2000; traducido el 11 de octubre de 2011